Algunos alajueliteños están con la piel muy delicada. Se han indignado por la parodia que hizo Pelando del Ojo de la canción Alajuelita escrita por Víctor Berrocal.
El pegajoso tema lo popularizó el cantante Antonio Sabala, quien falleció en agosto del 2011. La canción es un verdadero himno para los alajueliteños que sí son de pura cepa.
Sin embargo, de esos alajueliteños de esa pintoresca tierra que retrata la canción quedan muy pocos. No dudo que ellos sí estén dolidos porque les hayan alterado la letra de su himno para describir una realidad muy dura en ese pueblo pequeñito cerca de la capital, que hoy está en alerta naranja por el COVID-19.
Hoy tristemente Alajuelita no es ni pueblo, ni es pequeñita. Se ha llenado de gente que hasta guinda de lo que eran lindas montañas y carecen de los valores de los alajueliteños originales, a los que nunca, en media pandemia, se les hubiera ocurrido hacer una fiesta con 50 personas embutidas en una casa, cuyos contagiados ya van por 17.
Y para ponerle la cereza al pastel, el sábado en la noche hasta se celebró un quinceaños que la policía tuvo que frenar.
Los alajueliteños de hoy, esos que se han paseado en el cantón, no tienen derecho de indignarse pero sí de respetar las órdenes de las autoridades.
Y como cantó el difunto Toñito Sabala, hoy vuelvo aquí y no lo puedo creer...efectivamente no lo puedo creer cómo desde el primer gobierno de Oscar Arias (1986-1990), en complicidad con las autoridades municipales de la época, empezaran a destrozar a ese pueblo pequeñito cerca de la capital.