Un Austin Healey Sprite convertible, del año 1961, de los llamados “ojos de rana”, es la admiración de cuanto peatón o conductor se lo topa en las calles de Heredia.
El chuzo es propiedad de Géiner Vargas, quien se encuentra muy orgulloso de su auto, en el cual de vez en cuando da una vuelta.
Pero cuando eso pasa, la gente le pide que se detenga un ratico para sacarse una foto y admirar semejante chuzo. Vargas dice que, como el suyo, no existe otro carro en Costa Rica.
“Cuando lo saco llama la atención, pero hay de todo en la calle, todo tipo de gente. Me piden fotos o subirse, pero también una vez me tiraron una cuecha. Así es la gente.
“Lo tengo desde hace 23 años, lo restauré todo, estuvo muchos años en Heredia, en Getsemaní, en una casa. Al dueño anterior no le gustaba mucho, tenía mucha plata y me lo vendió”, contó.
“Es un carro para exhibición, nada más. Se puede ver en ferias, pero soy un adulto mayor y ya me pasó la fiebre esa, ya casi nunca lo exhibo, solo lo saco a dar una vuelta al parque de Heredia o al Castillo, normalmente solo”, explicó el dueño.
Vargas dice que muchas veces le han ofrecido dinero por el carro, pero no le interesa venderlo. “No se sabe cuánto vale, en Costa Rica solo existe ese”.
El chuzo no solo es especial por lo precioso que es, sino porque en una ocasión fue a un evento que para don Géiner fue muy especial.
“En este carro fui a dejar a mi hija cuando se casó”.
Uno de los problema de tener un Austin de este tipo en Costa Rica son los repuestos, pero Vargas no se complica. Cuando algo ha fallado lo manda a traer a Estados Unidos. “Acabo de ponerle los frenos, los mandé a traer a California”.
Dijo que desde niño le han gustado los carros, sobre todo los Mini Morris y el primero carro que tuvo también lo restauró.
Ya sabe que sin anda por el centro de Heredia, podría tener la fortuna de toparse con el chuzo de don Géiner, el Austin ojos de rana.