Hace algunos años, en San Isidro de Turrubares había un chiquillo que, a sus 3 años, ya tomaba una pelota y no la soltaba.
Conforme fue creciendo, la pasión por el fútbol en ese niño se hacía más fuerte, al punto de que, cuando le compraban un balón, le duraba si acaso 3 días y se las tenía que ingeniar para seguir jugando bola.
A este niño nada lo detenía y con hojas de periódicos y medias hacía rollos y los envolvía con cinta y así formaba sus bolas para seguir mejengueando.
“Jefry conoce a Jeaustin desde que trabajaron juntos en Jicaral y vio en Jefry virtudes que no había descubierto, lo puso a jugar como lateral, delantero”.
— Felicia Rojas, mamá Jefry Valverde.
Hoy, ese muchacho tiene 27 años y su perseverancia le está dando frutos. Se trata del volante Jefry Valverde, quien hace unas semanas firmó con el Deportivo Saprissa y está listo para debutar con la camiseta del campeón nacional.
Su mamá, doña Felicia Rojas, comentó que en su pueblo la felicidad es total, al ver que su muchacho sigue trabajando para realizar sus sueños.
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“Él está feliz, dándolo todo; me dice que se está esforzando y reconoce que los entrenamientos son más duros, más fuertes que en otros equipos, pero no le importa, porque quiere ser titular.
“Mi hijo es un luchador y siempre lo paso aconsejando, cuando ha estado desanimado, yo soy la primera que conoce de ese tema. A veces se queda callado, pero lo noto preocupado y mi consejo y mis oraciones han servido para que salga adelante”, contó la orgullosa mamá.
Fiebre
Jefry se crió en medio del campo, con su mamá, su hermana mayor Viley y su abuela Blanca.
Cuando tenía 6 años se fue a vivir a Turrúcares de Alajuela y dos años después le pedía a su mamá que lo metiera a una escuela de fútbol y fue inscrito en una filial de Alajuelense.
Por cosas de la vida, la familia se tuvo que devolver a Turrubares y eso destrozó al niño, porque quería seguir jugando al fútbol con sus amiguitos.
“Él lloraba desconsolado y me pedía que lo dejara con mi hermana, pero yo no podía porque me tenía que hacer cargo de él.
27 años tiene el jugador.
“Por dicha lo pudo entender y cuando llegó al colegio se metió en el equipo del cole y ahí se le abrieron las puertas para comenzar a jugar en equipos. Gracias a don Edgardo Alvarado tuvo la oportunidad de ir a Brujas. Él lo sigue a todas partes y siempre está en la vida de Jefry y ahí comenzó su carrera”, recordó.
Pero no todas han sido maduras en la vida de este muchacho, pues ha llorado mucho y hasta pensó en colgar los tacos.
“Después de su paso por Brujas llegó al Saprissa, pero no le dieron continuidad. Luego, tuvo oportunidad en Grecia, Puntarenas y Curridabat, pero se deprimió mucho y me dijo que seguro dejaría el fútbol porque había que trabajar. Entonces, don Edgardo lo motivó y le decía que no se echara a morir.
“Ahí fue cuando le llegó la oportunidad en Jicaral y desde ese momento su vida ha cambiado mucho, y ahora que está en Saprissa, porque tiene una motivación extra”, afirmó la señora.
Un ángel
En su paso por el cuadro pensinular, Jefry trabajó con el hoy técnico morado, Jeaustin Campos, lo que tiene en una pura contentera a su mamá.
“Jefry conoce a Jeaustin desde que trabajaron juntos en Jicaral. Cuando llegó a primera, él le comenzó a sacar el jugo, vio en Jefry virtudes que no había descubierto. Lo puso a jugar como lateral, delantero y yo me quería volver loca viendo los partidos.
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“Yo le pido a Dios que (Jeaustin) no se vaya de Saprissa, estoy feliz por eso, por lo que ha hecho y porque le ha ayudado a mi hijo, lo ha aconsejado, ha sido una persona muy especial para él”, afirmó.
Doña Felicia aseguró que hace unos meses Ángel Catalina lo buscó para que se incorporara al equipo morado.
“Acá lo llamaron de otros equipos y también del extranjero, pero él prefirió quedarse en Saprissa para tener mayor exposición”, expresó.
La mamita contó que en la comunidad los vecinos están felices por lo que Jefry ha logrado.
“Todo el mundo se pone como loco, a la gente le gusta saludarlo; un día vino una muchacha a saludarme y a decirme que aunque no conoce a Jefry ya tiene la camisa de Saprissa con su nombre y eso me hace sentirme feliz.
“Cuando viene, se va a hacer mandados y dura dos horas y yo sé que se quedó hablando con la gente. Él mismo me dice ‘mami estaba hablando con todo el mundo, es una locura’”, afirmó.
Su mamá se está organizando con su hija mayor para ver a su muchacho en la Cueva.
“Cuando me visita trato de chinearlo con la comida, porque él lo demás lo hace solo. Le gusta que le haga chicharrones, pollo achiotado o arroz con leche, pero ya me pide que le dé poca comida, porque se cuida mucho y yo antes le servía en gran cantidad”, dijo la mamá entre risas.
Aunque Valverde no vive con su papá, don Antonio, él también está orgulloso de los logros de su hijo.
“Ellos ven al papá en algunas ocasiones y él está feliz por lo que ha logrado su muchacho”, destacó.