Cada gol, cada buena jugada y cada robo de balón de Randall Leal en el terreno de juego tienen detrás una gran inspiración: Reimond, su hermano menor.

El volante del Saprissa asegura que su carrera deportiva está impulsada por el pequeño, de 8 años y quien desde que llegó a su vida lo motiva a mejorar y a seguir siempre hacia adelante.

La meta es clara. Rándall no quiere que su hermano pase las mismas dificultades que él pasó cuando crecía y por eso regresó a Saprissa, donde juega desde el 21 agosto del 2018 y donde desea levantar nuevamente su nivel y regresar al extranjero.

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“Han sido meses bastantes positivos excepto por la lesión. Creo que fue una decisión acertada regresar a Saprissa, lo he tomado con bastante responsabilidad siempre pensando en, Dios primero, volver a salir y no quedarme aquí mucho tiempo, pero siempre dándolo todo por el equipo, que es una institución de mucho respeto y valores”, dice.

Leal recuerda que su paso por Bélgica, con el equipo K. V. Mechelen, fue muy complicado. Se lesionó y tuvo otros problemas porque perdió muchas ofertas buenas que pudieron haberle asegurado su futuro económico.

En algún momento incluso pensó en colgar los tacos, pero no lo hizo precisamente por Reimond.

"Lo más importante para mí ha sido la paciencia, no caer, y mi familia que siempre me ha tendido la mano. Mi hermanito es mi motivación, siempre voy a luchar por él y es el que me tiene aquí ", señaló el deportista de 22 años y que creció en La Isla de Moravia.

“Quiero darle ese futuro (a Reimond) y no estoy diciendo que voy a regalarle las cosas, también que le cuesten pero con un poquito más de tranquilidad, que sea una persona de bien.

"Son muchas cosas (las que vivió en la infancia), pero nunca digo nada. A veces, cuando uno cuenta, la gente piensa que uno quiere dar lástima, entonces prefiero quedarme callado.

"Yo sé lo que pasó y mi familia también, ahorita mi hermano se merece tener un gran futuro y voy a darle todas las herramientas para que sea un hombre de bien”, dice.

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Randall cuenta que Reimond anda con él para arriba y para abajo y lo chinea mucho. Y dice que el hermanito no tiene pinta de futbolista, que le va a dar un año más para meterlo de lleno a ver si trae las cualidades.

“Que se enfoque en estudiar y cuando se dé el tiempo se mete a la escuelita (de fútbol). A veces lo pongo a entrenar un poquito, pero más que todo para que se divierta. Siempre le dije a mi mamá que iba a luchar por él, es todo para mí”, dice el saprissista.

El jugador saprissista está muy bien apoyado por su familia. Su papá, Randall Leal Fernández, es el que se come las broncas administrativas para que el hijo mayor se enfoque en lo deportivo.

“Cuando se da el momento indicado ellos me informan. En todos los problemas y pleitos que nos hemos echado él siempre está ahí conmigo, me ha dado la mano y ha sido bastante importante su apoyo para mí, ha ido a muerte conmigo".

Dar el salto

Una de las cosas que motivó al volante morado a regresar a Tiquicia es que se había mostrado poco en el país y quería que la gente lo conociera.

“Ustedes me conocen poco, también era importante para mí tratar de demostrarles a las personas de Costa Rica de lo que puede dar y entregar Randall Leal; partido tras partido siempre trato de dar el doble, nunca digo que he llegado al máximo nivel. Siempre busco ser constante, que es lo que a veces nos cuesta a los jugadores”.

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Incluso lamenta que en enero no pudo convertirse en legionario porque la lesión le jodió los planes.

“Ahorita Dios me está dando una revancha y lo estoy tomando con bastante responsabilidad, esperando que todo salga bien, Dios primero, campeones para ver qué pasa con mi futuro”, agregó.

Eso sí, dice que si juega de nuevo en el extranjero iría más preparado que antes, cuando estuvo en Bélgica. Cuenta que a veces debía disimular con su mamá cuando hablaban por teléfono y después se desahogaba con su papá.

El volante y el Monstruo están listos para enfrentar el domingo a las 3 de la tarde a Pérez Zeledón, en casa de los guerreros, en el primer juego de la ronda semifinal.