La figura de un partido se elije porque siempre se encarga de definir un partido y para los que se tiraron el clásico de este domingo no les quedó nunguna duda de que la persona que se encargó de darle forma a ese el 3-3 en la Catedral fue el técnico de la Liga, Nicolás Dos Santos.
Al entrenador uruguayo, a quien se le venía cuestionando su falta de capacidad para dirigir a un equipo como Alajuelense, terminó por darle tema de conversación a sus críticos debido a los cambios que realizó ante los morados y que le entregaron en bandeja de plata la igualada a los morados.
La Liga ya había hecho la tarea: goleaba con baile incluido a los morados con un contundente 3-0, pero el técnico en lugar de rematar, se pasó de pollo y le terminó cediendo la iniciativa a los visitantes, quienes aprovecharon a manos llenas.
Eran tan holgada la diferencia que cualquiera pensaría que el Monstruo se podría llevar de uno a dos goles más en la Catedral.
Sin embargo, Dos Santos, como si se tratara de un morado infiltrado en el banquillo manudo, se encargó, con sus "acertados"cambios, de despedazar el buen trabajo que realizaba su equipo.
El primero de esos yerros llegó al minuto 70 cuando se le ocurrió sacar al hondureño Luis Garrido, quien era un candado en la media cancha para meter a José Luis Cordero, los manudos perdieron marca en una zona vital.
No satisfecho con la primera pelada, el técnico se volvió a equivocar al minuto 80 metiendo a Pablo Gabas.
Lo peor no fue la entrada de un Gabas, que parece ya no da la talla en la primera división, sino haber sacado al goleador hondureño Róger Rojas.
Lo inexplicable de la salida del goleador del torneo es que era el mejor jugador dentro de la cancha, por lo que esa decisión le terminó dando tranquilidad en defensa al Saprissa para volcarse al ataque, tanto así que dos de los goles morados fueron obra de un defensor central, Henrique Moura.
El técnico, quedó sin reacción, se dejó empatar y para tratar de salvar la tanda metió a un Allen Guevara, pero ya era tarde. El Cusuco debió entrar mucho antes, cuando los manudos tenían a los morados contra las cuerdas.
Como castigo por su labor, la afición manuda salió del estadio gritándole de todo al técnico y haciéndole ver que si hubo alguien que no hizo bien su trabajo, fue él.