Las dos derrotas del París Saint-Germain contra el Bayern Múnich (1-0 y 2-0) en octavos de la Champions completan doce años de fracasos europeos, más o menos dolorosos para un club incapaz de aprender las lecciones para construir un equipo sólido.
“Nuestro máximo está aquí, esta es la verdad”, lamentó Kylian Mbappé tras este nuevo fiasco, la quinta eliminación en octavos de la Champions en siete años, un fracaso en el que las diferencias entre las políticas deportivas del gigante bávaro y del proyecto en el PSG de Qatar Sports Investments (QSI) fueron elocuentes.
¿Qué separa a ambas instituciones? “Es complicado de decir”, respondió con cautela Kingsley Coman, formado en el PSG, del que salió a los 18 años hacia la Juventus debido a la escasez de oportunidades. Juega en el Bayern desde 2015.
“Hace mucho tiempo que el Bayern es un gran club. París está en el camino, cada año en Liga de Campeones llega lejos, es un candidato al título”, añadió el subcampeón del mundo con Francia.
“Hay que dejarle tiempo y quizás la rueda girará para ellos”, concluyó Coman, goleador en la ida en el Parque de los Príncipes y autor del único tanto en la final de la Champions entre ambos equipos en 2020.
Un año después el PSG alcanzó las semifinales (2-1 y 2-0 para el Manchester City), pero en las dos últimas ediciones ha vuelto a caer en octavos.
Sangre nueva
La plantilla del Bayern “está construida para ganar la Liga de Campeones”, subrayó Mbappé.
El equipo bávaro, con seis Champions en sus vitrinas, utilizó como suplentes en el Allianz Arena el miércoles a Leroy Sané, Sadio Mané, Serge Gnabry y Joao Cancelo, mientras que el PSG buscó la remontada dando entrada a dos adolescentes de 17 años, El Chadaille Bitshiabu y Warren Zaïre-Emery, una muestra de las carencias de su opulenta plantilla.
Tras no contratar a Milan Skriniar, por el que el Inter de Milán pedía demasiado dinero, el PSG no ha fichado a un central esta temporada y carece de soluciones para acompañar a Sergio Ramos, sin Marquinhos ni Nordi Mukiele -que salieron por lesión el miércoles- y Presnel Kimpembe, baja de larga duración.
En el medio el club se ha debilitado al dejar marchar a Keylor Navas, Leandro Paredes, Idrissa Gueye y Ander Herrera, incorporando en su lugar a Fabián Ruiz y Carlos Soler.
Para el ataque, Hugo Ekitike será un jugador caro cuando el club tenga que pagar su opción de compra obligatoria de 35 millones de euros (37 millones de dólares) para la próxima temporada.
Procedente del Reims, el ariete de 20 años no se ha mostrado como un recurso sólido al trío estelar Mbappé-Messi-Neymar. El PSG puede lamentar haber dejado partir al Lens un atacante de un nivel equivalente, Arnaud Kalimuendo, que se había formado en la entidad.
Además el club extendió el contrato de Marco Verratti, decepcionante esta temporada, y negocia la ampliación de Marquinhos, que ha bajado su nivel en el último año, en lugar de buscar sangre nueva.
Estrellas sin equilibrio
Desde la llegada de QSI en 2011, el PSG busca los grandes nombres para aumentar su prestigio, desde Zlatan Ibrahimovic a David Beckham, pasando por Neymar y Lionel Messi.
Esta política ha jugado en contra del equilibrio del efectivo. La temporada pasada el club terminó con un déficit de 370 millones de euros (391 millones de dólares).
Vigilado de cerca por el fair play financiero de la UEFA, la entidad tiene problemas para reforzarse y a la piedra angular del proyecto, Mbappé, le falta un grupo de garantías.
Neymar, de baja por lesión hasta el próximo curso, se ha perdido en cuatro ocasiones partidos de octavos en siete temporadas.
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Y Messi, camino de los 36 años, estuvo lejos de brillar en los partidos contra el Bayern Múnich. Su continuidad en la capital francesa parece cada vez más lejos.