“Nuestro mejor futbolista, Neymar, precisa madurar y volverse hombre”, titulaba su artículo en Folha de São Paulo el prestigioso columnista Juca Kfouri en septiembre de 2017, a un mes de la llegada del jugador al Paris Saint Germain.
Con preocupación, remarcaba las constantes polémicas, embrollos y chiquilladas del crack que le impedían consolidarse deportivamente. Sin contar la noche, las habituales fiestas y su corte de amigos (los llamados Toiss, que son once y viven con él).
Juca lo decía de cara a Rusia 2018, donde Ney debía ser el capitán que comandara el barco campeón. Pero el Mundial convirtió a Neymar casi en una caricatura: se caía y se revolcaba simulando golpes no recibidos, o exagerándolos.
Un río caudaloso ha corrido en la vida de Neymar desde el 7 de marzo del 2009, cuando debutó en la primera del Santos. Con grandes alegrías futboleras, un ascenso irresistible y contratos ultramillonarios.
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Su controvertida fuga del Barcelona hacia el PSG dividió aguas: para unos, un valiente asumiendo nuevos desafíos; para otros, un simple pesetero. El cambio suponía, según su entorno, subirse a una plataforma desde la cual llegaría a la cima total y al Balón de Oro, que estando a la sombra de Lionel Messi nunca conseguiría.
A la vez, su llegada le permitiría al club parisino alcanzar el anhelado trono europeo, siempre ocupado por españoles, italianos, alemanes o ingleses. Ni una cosa ni otra.
Estos dos años en Francia han acentuado de manera inquietante sus desventuras dentro y fuera del campo. La última temporada en Barcelona ya había sido pobre; ahora, en una liga menos competitiva, ha desmejorado aún más su juego. Y se han multiplicado sus lesiones, todas serias.
Lleva sufridos 18 percances físicos que le costaron 71 partidos ausente desde su llegada a Europa en junio de 2013. De esas 18, cinco fueron en el pie derecho, con el que remata. Entre las cuatro primeras perdió 45 ocasiones de entrar al campo. La quinta fue el miércoles y lo dejó fuera de la Copa América, que inicia este sábado en suelo brasileño: rotura de ligamento en el tobillo derecho, estará al menos un mes y medio inactivo. O dos.
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En las últimas tres se lesionó solo, por torceduras al apoyar el pie. Eso habla de fragilidad. Y 18 lesiones en seis años reflejan que tal vez el cuidado personal no sea el más profesional.
La hinchada tampoco le perdonó que, tras la primera fractura en el pie, se quedara tres meses en Brasil haciendo la recuperación en lugar de tratarse en París. “Tuchel está harto de Neymar”, dicen en Francia.
El técnico alemán del PSG, de fuerte carácter y quien está firme en su cargo, pues acaban de renovarle contrato hasta el 2021, estaría molesto con todo el ruido que genera Neymar a su alrededor y por los permanentes cortocircuitos con ciertos compañeros.
Para peor, no podrá contar con el 10 en los primeros partidos de la próxima temporada: Neymar tiene 2 fechas de suspensión para la Liga local por tirar una bofetadita a un aficionado cuando subían al palco a recibir la medalla de subcampeones de la Copa de Francia. Y arrastra otras 3 para Champions por insultar al árbitro del partido en que fueron eliminados ante el Manchester United.
Futbolísticamente no ha podido cumplir las expectativas personales ni las del club, con el agregado de que los focos abandonaron su figura y apuntaron a otra: Kylian Mbappe. El joven de 19 años le robó el protagonismo marcando más goles, elevándose a la categoría de superestrella mundial. Y él sí logró la corona en Rusia.