El volante del Herediano y campeón nacional, Nextaly Rodríguez es un todo terreno.
Nacido en Upala, pero criado en Santa Rita de Orotina, el joven de 21 años fue protagonista en la mejenga con botas que se armó el pasado lunes en el pueblo orotinense para despedir el 2019.
Nextaly llegó porque era uno de los dedicados de la actividad tradicional de fin de año, pero como buen fiebre no aguantó las ganas de patear bola, pidió unas botas prestadas, se puso uniforme y se quitó el “antojo”.
Al jugador le dieron una placa por el campeonato y por todo lo que ha logrado en el fútbol nacional a su corta edad.
El pueblo está contentísimo y orgulloso de él, hasta los morados y liguistas se alegraron de verlo levantar la copa el pasado sábado 21 de diciembre en el estadio Alejandro Morera Soto, tras ganarle la final en penales a Alajuelense.
Le costó debutar |
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Nextaly Rodríguez fue oficializado en el Team el 28 de mayo del 2019. Después de varios meses de incertidumbre porque el Herediano no lograba llegar a un acuerdo con Carmelita, equipo dueño de la ficha. |
“Me ha tocado jugar como en tres ocasiones, esta fue la tercera. Es una tradición muy bonita ahí en el pueblo, es la mejor manera de compartir con la gente de mi pueblo y los que me vieron crecer”, contó Nextaly.
El volante confesó muerto de risa que un señor al que él le dice “mi tata” y que es el papá de Jonathan Steller, quien es su mejor amigo, le prestó las botas.
Nextaly es tan fiebre que no quiso ni salir de la mejenga y se la echó toda (dos tiempos de 30 minutos), porque además se motivó viendo que su familia iba a participar.
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“Iba en contra de ellos (papá y hermanos) y me ponía a vacilarlos, era más que todo una mejenguita familiar”, dijo.
“Yo agarré uniforme amarillo y cuando me di cuenta iba en contra de toda mi familia (risas) y el otro equipo era como el más joven, con tres veteranos contra el equipillo más viejillo, o sea, me tocó con el más viejillo”, señaló.
El volante sacó caja, dice que aunque está acostumbrado a usar buenos tacos, con la última tecnología, le fue superbién con las botas.
“Yo siempre andaba metido por todo lado con botas o en burros, me acostumbré y esas mejenguillas desde que las inventaron siempre he estado ahí. Cuando vivía en Upala sí usaba siempre (hasta los cuatro años) y cada vez que iba donde mi abuelo y abuela en Guápiles también, por el ganado y fincas me montaba botas y andaba por todo lado”, recordó.
“La verdad es que para jugar fútbol me acomodo con lo que sea, aquí le da uno en tacos y los amiguillos de uno están jugando a pata pelada, le decían a uno que se los quitara y nada, uno se los quitaba y empezaba a bolar caite parejo”, agregó riéndose.
El campeón nacional dice que le pasaron diciendo que no jugara en serio, que se divirtiera porque capaz y se bailaba a todo mundo, pero la estaba llevando tan suave que su equipo iba abajo en el marcador.
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“Yo estaba vacilando con un amigo que también es muy bueno y veo que la están agarrando en serio, entonces me puse serio, pero cuando llegaba al marco, se la daba a un señor (la bola), porque había desde sesenta, sesenta y cinco y hasta setenta años, otros menores, entonces me bailaba al portero y se las daba”, vaciló el futbolista.
Aun así, ni agarrándola en serio el equipo de Nextaly, que era el amarillo y enfrentó al verde, pudo remontar y perdió con un marcador de 9-8.
Sin embargo, para él lo importante no era el marcador, sino matar fiebre.
“Más que todo fue por eso (la dedicatoria) que me hice presente, pero al final no aguanté las ganas y me puse a jugar. Me habían dicho que cuidado faltaba, de hecho llegué como diez minutos tarde y me estaban esperando. Cuando veo me tenían unas botas y las agarré y me las monté, era para la foto, pero ya con las botas me monté el uniforme y vámonos”, confesó.
Rodríguez contó que pasó Navidad y año nuevo con la familia de su novia y después jaló a Orotina para compartir con los suyos.
El volante jugó 407 minutos en el campeonato Apertura 2019, anotó cuatro goles y fue uno de los cambios favoritos de José Giacone, porque entraba con muchas ganas y le cambiaba la cara a las mejengas.