Julia Bohemia Roberts es una mujer trans que vivió como hombre hasta hace apenas siete meses, incluso siendo hombre estuvo casado y tuvo una hija, pero no se sentía cómoda con ella misma.
Cuando decidió hacer la transformación de él a Julia, también hubo cambios en su vida social. Perdió el trabajo, su familia le dio la espalda, casi no tiene contacto con su hija y de su círculo de amigos le quedan unos cuantos que se cuentan con los dedos de la mano. Aquí su historia.
- ¿Cuándo empezó con la transición?
Inicié el 17 de mayo del 2021.
- ¿Qué la llevó a cambiar de género?
Empezó en una charla de amigos, en una noche de tragos, en la que comentábamos qué nos hacía falta por hacer y una de las cosas que dije es que nunca me había vestido de mujer de una forma elaborada, pues lo había hecho de una forma íntima e informal, no producida. Y me dijeron: ‘Tenés que hacerlo, viene tu cumple en un mes’. Estaba planeando una fiesta, con show para presentarme con ellos. Eso fue en marzo del 2021.
- ¿Cómo fue esa vez?
Conseguí una peluca, un vestido, maquillaje. Una amiga me maquilló, fue la primera cercanía con ser mujer, a inicios de abril. Luego, ese mismo mes, tuve mi primera experiencia maquillándome sola, con varios invitados. Cuando me vi al espejo lloré porque era como me había visualizado cuando era un niño. Todo empezaba a tener sentido.
- ¿En ese momento tomó la decisión de seguir siendo mujer?
No. Seguí ensayando y se formaron dos realidades dentro de mí que fueron tomando fuerza. Al final no hubo fiesta de cumpleaños (14 de mayo), ni show, ni nada, porque el gobierno endureció las medidas sanitarias por la pandemia. Era hombre todavía, pero me comencé a sentir más cómoda en los ratos que me maquillaba o cuando me ponía una prenda femenina o zapatos de mujer. Sentía plenitud. El 17 de mayo fue el día que me puse la primera dosis de hormonas.
- Entonces, ¿el 17 de mayo es como un nacimiento?
Sí. Fue cuando me compré la inyección, llamé a mi compañero de cuarto y le dije: ‘Venga porque necesito un testigo’. Era algo histórico y me dijo: ‘¿Estás segura?’, y le dije: ‘Nunca había estado más segura de algo’. Yo para tomar una decisión soy de meses.
- ¿Usted como hombre era gay?
Sí lo era, pero no me aceptaba y no lo ejercí físicamente mientras estuve casado.
- Es decir, ¿usted desarrolló su parte masculina con normalidad?
Exacto, estuve casado, tengo una hija, pero vivía en una negación terrible. Ya en enero del 2021 había empezado a hacer cambios no específicos hacia ese género, como usar un pantalón más tallado y en la casa (donde su mamá y hermanos) se empezaron a sentir incómodos, me decían maricón. Me dolía montones porque no soporto que me traten de forma despectiva por lo que soy. Como mujer transgénero tengo la libertad para hacer lo que quiera. Comencé a chocar con pared y es por eso que me vine para acá (un apartamento en La Aurora de Heredia).
- ¿Hace cuánto está divorciada?
Hace siete años.
- ¿Cómo es la relación con tu hija?
Intenté contactarla antes de todo, hablar con la mamá porque necesitaba comentarle cosas de mi vida y mi situación personal. Me dijo: ‘No se mezcle con nosotras, no quiero saber nada de usted’. Estoy bloqueado por ella y por mi hija.
- ¿Eso viola sus derechos?
Por supuesto, cómo es posible que quiera ver a mi hija y deba hacerlo con ella presente, como si fuera una delincuente, una violadora o algo extraño.
- ¿Cuándo la vio por última vez?
En Navidad del 2020, pero es un tema difícil, es una familia hipercristiana, para ellos yo soy una vergüenza.
- ¿Y no pensó mantener el género masculino por su hija?
Para poder ser yo misma tuve que renunciar a una parte tan importante de mi vida como es mi hija. Quizás sea muy egoísta de mi parte, pero luego de 30 años de ocultar quién era, era infeliz. Mi prioridad es establecer quién soy, ser aceptada y sentirme plena (se le quiebra la voz)... ¿Por qué no puedo serlo?
- ¿Qué pasó en el trabajo?
Trabajaba en barrio Aranjuez, tenía seis meses de estar en el puesto de entrenadora, o sea, a los que llegaban a la empresa les daba una inducción. Nunca tuve una llegada tardía, no tuve una amonestación, pero empecé a llegar con ropa, no de mujer, pero ya rumbo al cambio (era abril del 2021).
- ¿Cómo vivieron el cambio en la empresa?
Se dio como en una semana. Era una figura notoria dentro de la comunidad laboral y era de las mejores. El 12 de mayo (días antes de la inyección de hormonas) sencillamente hubo cambios en la empresa, la dueña empezó a fungir un cargo en recursos humanos. Empecé a notar cosas extrañas en torno a mí. Yo llegaba con bolsita de maquillaje, me pintaba las uñas en los tiempos libres, no había un manual que dijera que no se podía hacer, las demás chicas lo hacían. Se me quedaban viendo, las miradas sobre mi vestimenta no eran las normales y el viernes 14 de mayo, el día de mi cumpleaños, me entregó la carta de despido.
- ¿Qué razón le dieron?
Que fue una decisión administrativa.
- ¿No le parece un caso de discriminación?
Aquí tengo la carta (busca en el teléfono), es lo que puedo mostrar, me pagaron todo, me liquidaron con todas las de la ley, pero el porqué no está claro. Dice que la empresa decidió rescindir de mis servicios como telefonista, es todo.
- ¿Cómo fue esa semana luego de la inyección?
Al principio mis amigos me decían: ‘¡Qué bueno!’, porque creían que iba a dar un show, pero cuando notaron que no era charanga, que era en serio, desaparecieron de mi vida. Un 95 por ciento de ellos.
- ¿Perdió contacto con su mamá y con sus hermanos?
Solo con mi hermana hablo, con el resto no. Parte de mi salida del clóset es tener la valentía de decir en la cara de quien sea, quién soy y sentirme orgullosa. Soy una mujer transgénero y me siento feliz.
- ¿La no aprobación es la parte más difícil?
No necesito la aprobación de nadie, pero como ser humano necesito espacio, lo intenté con mis primas, les mandé mensajes porque todos lo saben en el pueblito donde crecí. Mis compañeros de escuela ya me tenían agregada como Julia, me escriben, me piropean. No quiero estar escondida, es la importancia de la visibilidad. Mucho tiempo estuve callada y eso casi me mata.
Por ejemplo, tuve un padecimiento crónico, soy operada de la columna, estuve tres años en cama sin moverme, con bastón en cuidados paliativos, de la Caja me ofrecieron terapia psiquiátrica para el manejo de dolor crónico. En una terapia me confrontó el terapista con la parte de la realidad de identidad y gustos sexuales. Le dije que jamás, que era casado, que tenía una hija. Allí lo dejé y no fui más, me disgustó mucho. Años después, al establecerme como Julia, mi espalda se curó, no tengo problema de espalda, ni migrañas, ni alergias. Mi vida se acomodó.
- ¿Cuál es su teoría de eso?
La psiquiatría dice que toda enfermedad tiene una raíz emocional, empecé a investigar y la enfermedad de la columna está relacionada con la identidad de género y la personalidad sexual.
Muchas personas que siguen en el clóset pueden tener enfermedades y dolores crónicos relacionados a su aceptación sexual. Hablemos de alergias, dolor de espalda, fibromialgias y esas cosas. No soy psicóloga, pero si lo hablamos con un profesional posiblemente nos da la razón.
- ¿Cómo ha sido el proceso de reinsertarse en la sociedad como Julia?
Se lo cuento con una experiencia. En la búsqueda de trabajo me llamaron de un lugar que tiene una oficina en Guatemala. Empezamos la entrevista bien y me citaron a una entrevista primaria un viernes a las 11 de la mañana, pero cuando vamos a finalizar la llamada telefónica le dije a la persona: ‘Soy una mujer transgénero, ¿hay algún impedimento?’.
Se oye el frenado de la chavala y me dice: ‘¿En su país es legal? Tengo que llamar a mis jefes para indicar y le devuelvo la llamada’. A las 5 de la tarde me llamó y me dijo que me presentara el lunes a las 11 de la mañana con tales cosas.
- ¿Y su currículum decía Julia o ponía su antiguo nombre de hombre?
De hombre y me presenté como hombre. Inmediatamente noté las miradas de arriba abajo. Me dijeron: ‘Nos comentaron de usted’, y otra vez me hicieron la entrevista. Al final me dijeron que el perfil les encantaba, pero que ya habían contratado a alguien. Entonces, ¿para qué me llamaron? ¿Si ya lo tenían contratado porque no me avisaron cuando me llamaron?
Hoy en día tengo trabajo. Me contrató una empresa linda, abierta. Es un lindo final.
- ¿Quiere dar algún mensaje a la población trans?
A los adolescentes y a los niños de zonas rurales que se sienten ocultos, les diría que si en algún momento necesitan hablar con alguien, me pueden buscar en redes sociales como Julia Bohemia Roberts. Me encantaría transmitir lo poco que he aprendido y a nadie le voy a cobrar una asesoría por decir cómo es ser trans, ni por ayudarle a maquillarse o cómo se pone la peluca, como algunas mujeres trans hicieron conmigo. Falta más empatía y respeto entre nosotras mismas.
Les diría que hay que vivir con respeto siendo quien se quiere ser, no es malo, lo negativo es el silencio y no ser quien realmente una es en la vida.