El fútbol del tiqui taca, ese sistema europeo del que tanto alardea Wálter Centeno y sus seguidores que lo tratan de rey, fue desnudado por el Cartaginés.
No voy a ser mezquino, yo sí le voy a reconocer a Martín Arriola que le ganó el pulso al osado Rey Paté que se quiere convertir en el Pep Guardiola tico y según él está dando lecciones de un fútbol innovador y jamás visto en Costa Rica. ¡Puff! A veces pienso que Centeno cree que en Costa Rica nadie ve partidos de Champions. En resumen, lo de Paté es pura venta de humo.
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Pero volvamos a lo que ocurrió este domingo en el Fello Meza. Cartaginés apretó la salida de Saprissa y con eso demostró lo torpe que es la defensa morada cuando intenta salir con el balón. Y es que los dos goles brumosos nacen de gruesos errores morados, y eso no le resta méritos a Cartago porque son errores provocados por ir a presionar.
Arriola lo hizo perfecto, un equipo jamás aguantará noventa minutos presionando arriba, por lo que escogió momentos del partido para hacerlo y el resto del tiempo se paró bien atrás y dejó que Saprissa tocará el balón una y otra vez y otra vez y otra vez, pero sin generar mayor peligro.
Está claro que Saprissa generó opciones y perdonó, pero Cartaginés también falló goles cantados, aquello pudo ser una goleada escandalosa a nuestro favor.
Disfruto esta victoria con calma, no hemos ganado nada, nos esperan cinco finales y dependemos de nosotros mismos para clasificar, pero no puedo negar que el sueño azul está intacto y agarra más fuerza que nunca.