Un Datsun 120Y que solo ha tenido dos dueños y que estuvo 22 años guardado en una cochera es el protagonista de la historia del chuzo de esta semana.
Se trata del carrito de Luis Poveda, un vecino de Hatillo, quien tiene un año de tener esta joyita.
El auto perteneció a don Alberto González, primo hermano de la esposa de Luis Poveda, doña Ruth Picado, quien lo compró de agencia en el 76 y, desde ese entonces, cuando don Luis tenía 16 años quedó flechado por el carro.
Luis ya era novio de su esposa y vivía con la ilusión de tener un carrito así.
Don Alberto solo utilizaba el chuzo para llevarlo al Castillo en San José de la Montaña, en San Rafael de Heredia, hasta que, de un pronto a otro, dejó de usarlo.
Entonces, don Luis empezó a pulsearlo para que se lo vendiera, pero Alberto decía, “no, no, ahí lo tengo”.
Incluso, una vez, como en el 2011, la esposa le contó que intentó arrancarlo y se le ahogó.
¿Cómo llegó el carrito a don Luis?
Resulta que con el fallecimiento de don Alberto, hace un año, este le dejó el carro como una herencia a Luis, lo cual fue toda una sorpresa. Hoy en día es su consentido, pues tiene otros dos, eso sí, 4x4.
“Él no quiso volver a manejar, una vez me contó mi esposa, lo fue a sacar y el carro no le arrancó y ya no quiso utilizarlo más. Pero ya tenía tiempo guardado. Esa vez hablé con él para comprárselo y me dijo que no, que lo dejara allí. Desde esa vez le dije otras veces”, explicó don Luis.
Eso sí, la restauración no fue tan sencilla. Desde el momento que llegó con el gruista, en setiembre del año pasado, hasta que lo echó andar pasaron siete meses hasta que en mayo pudo rodarlo.
Solo lo saca los viernes, sábados y domingos, pero quedó con toda la pata.
“Cuando lo saqué, el gruista me dijo que ese carro era una joya, ‘usted lo lleva a la agencia y se vuelven locos’, me dijo. El mecánico, Jorge Padilla, lo revisó y el bandido le arrancó, pero empezaron las mangueras a fallar, el sistema del radiador empezó a botar agua y lo empezamos a arreglar poco a poco. También lo pinté todo”, expresó.
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“El mecánico le puso mucho amor, lo agarró como si fuera de él. Le quitamos el sistema de frenos viejo y le pusimos otro, para más seguridad, pero son originales. También le bajó el tanque de gasolina que estaba muy corroído, se limpiaron los ductos. Fue un trabajo arduo”, comentó.
Una vez, en esas salidas de fin de semana, se topó en un taller con un miembro del grupo Autos Antiguos de Costa Rica y lo invitó a meterse al grupo en redes sociales y le pidió llevar el carrito a una feria.
Don Luis quedó muy entusiasmado, se metió al perfil, pero no ha hecho la gestión para ir a alguna exhibición.
El chucito se llama Moly, en honor a una perrita que tuvo don Luis. Su sueño era pasear con ella en el carro, pero la perrita se fue antes.
“El carro está perfecto, anda riquísimo, todo el mundo tiene que ver con él. Lo más largo que lo he llevado es a Río Oro de Santa Ana, pero está muy bien. Un señor me ofreció comprármelo, pero no lo quiero vender. Yo estoy esperando siempre los viernes para sacarlo, es mi ilusión”, dijo.