De la pesadilla de Kiev al sueño de Madrid: abriendo el marcador contra el Tottenham (0-2) a poco de empezar la final, Mohamed Salah mostró el camino para el sexto título de Liga de Campeones del Liverpool, un año después de haber tenido que ser sustituido por una lesión en la final.
¿Qué pensaría Sergio Ramos, el hombre que le lesionó en la final de 2018, cuando el extremo africano se disponía a lanzar el penal que acabó convirtiendo?
Ya no importa la fatal llave de judo del defensa del Madrid en Ucrania y la dolorosa derrota por 3-1. Eso son recuerdos.
El Faraón ya está en los corazones de los aficionados del Liverpool. Ahora es una leyenda red.
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Tras el centro del senegalés Sadio Mané desviado por el pecho y luego por el brazo de Moussa Sissoko, el árbitro del encuentro, Damir Skomina, no dudó en señalar penal para el Liverpool, luego de apenas 23 segundos de juego y sin necesidad de recurrir al videoarbitraje.
Salah, cuyo lanzamiento pasó justo por encima del hombro del arquero del Tottenham, Hugo Lloris, se convirtió en el anotador del segundo gol más rápido en las finales de la Liga de Campeones, inaugurando el marcador tras 1 minuto y 48 segundos.
“Espero que se convierta en realidad, que marque en la final y que después pueda llevarme la Copa de África de Naciones, dijo hace pocos días.
Mostrándose decisivo en la final de la prestigiosa ‘Orejona’, y encima en un año en el que no han brillado los dos ‘monstruos’, Messi y Ronaldo, Salah es el favorito número 1 para el Balón de Oro.
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Y es que luego de su primera increíble temporada en Anfield, en la que marcó un total de 44 dianas, las dudas estaban en si podría repetir un concurso similar.
“He sacrificado tantas cosas en mi carrera. Salir de una aldea, mudarme a El Cairo y ser un egipcio en ese nivel es algo increíble”, dijo Salah.