Mauricio “Chunche” Montero es de esos personajes que ha andado por todo lado en Alajuelense, se conoce el club de pies a cabeza, pero este año vivió una experiencia nueva para él, dirigir a los más jovencitos del club.

Con Josef Miso como su compinche, el ícono manudo tomó hace tres meses la categoría u-15 del club y la llevó al título de manera invicta, derrotando en la final al Saprissa.

El equipo de Mauricio es uno de los cinco cuadros rojinegros de fuerzas básicas que se consagraron el pasado fin de semana, muestra que algo se está haciendo bien en Alajuela en ese apartado, como lo señaló el entrenador en entrevista con La Teja.

Chunche está cruzando dedos para que el 21 de diciembre su querido León alce la copa 30; sin embargo, él se puede sentir tranquilo que ya cumplió y tiene su copa en casa.

“Jugamos 16 partidos y no perdimos ninguno, esto para mí era algo nuevo, yo he tenido la u-17, el alto rendimiento y la segunda división, cuando quitaron ese equipo no tenía, el que quedaba era la quince. En tres meses tuvimos una conexión buena con los chicos.”, comentó.

Mau tuvo que emplear cosas que hace con normalidad en equipos con jugadores ya formados y nadie se queja, pero no podía perder de vista que estaba entrenando chicos que apenas dejaron de ser niños.

“Hay que hablarles diferente, explicarles las cosas diferente, mostrarles cuál es el objetivo, qué es lo que quieren. De un grupo de 20 la mitad está pasando a ser adulto, cambiando su voz y la otra mitad, todavía son niños, que no saben competir y ven esto como algo de amigos"

“Cuando llegué y vi el equipo que tenía lo primero que dije fue ‘¡Dios santo! ¿en qué me metí?’ No le puedes tener el mismo grado de exigencia que a un adulto, tenés que usar otro tono de voz, ser más amigo de ellos, conocerlos, saber qué preteden”, explicó.

Uno de los retos del Chunche fue cambiar esa mentalidad infantil o de “escuelita de fútbol” y hacerlos ver que estaban en una institución grande que tiene planes a largo plazo en todas sus categorías.

Saber cuándo apretar la cuerda y cuándo soltarla, es parte vital en este proceso para no perder a los muchachos, cosas que ha ido aprendiendo en el proceso.

“Ya ellos están en una edad en la que pueden competir, luchar por un puesto, entender que puedo ser muy amigo de mi compañero, pero yo soy el que tengo que jugar, además competir con los rivales, dejar aquello que si se perdía igual era un vacilón, solo así podíamos competir en el torneo”, indicó.

Balance

En el cuerpo técnico de este equipo campeón invicto hubo un balance que puede explicar parte de su éxito, Chunche es quien a veces les daba algunas concesiones a los chiquillos, mientras que Miso pone la mano dura, pero siempre con respeto

A diferencia de la gran mayoría de personas que han dirigido estas dos leyendas de Alajuelense, sus jugadores actuales no habían nacido cuando ellos se retiraron.

"Después de los entrenamientos ellos nos hacían muchas preguntas, del por qué esto o aquello o cómo eran las cosas cuando nosotros jugábamos y les contamos el tipo de entrenamiento que hacíamos.

“‘Profe, ustedes estaban locos, Dios guarde’, nos decían los chiquillos impresionados, entre esas anécdotas e historias conocieron que hicimos y con eso eso hicimos una amistad”, dijo Mauricio.

Los chiquillos no vieron al Chunche y a Miso, pero los papás sí y esa reputación de lo que hicieron en las canchas también fue importante para que los padres respetaran el trabajo de ellos.

Desde las fuerzas básicas los cachorros se forman con la garra y corazón que caracterizaba al Chunche y el toque preciso y precioso de Miso Matador, lo que suena como una gran receta a futuro.