Una familia, amante de los autos clásicos, se había enamorado de un Pontiac Grand Prix 1982 y por muchos años intentó tener uno de estos vehículos, pero hasta hace unos años ese deseo se hizo realidad.
Silvia y Luis Roberto heredaron la pasión por los carros antiguos de su padre, don Óscar Gómez, y fue él quien vio que un amigo cercano tenía uno de estos modelitos. Cuando se enteró de que su compa adquirió esta joya norteamericana, de inmediato le propuso comprarlo, pero su dueño al inicio se resistió a la idea de venderlo.
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“Hace más de 10 años mi papá quedó enamorado del carro y pulseó por mucho tiempo comprarlo, pero no había manera de que se lo vendieran.
“Por cosas de la vida, que a veces da vuelta para la izquierda y otras para la derecha, el amigo de mi papá le dijo que estaba para venderlo y lo compramos a pagos de polaco. Sinceramente se compró a un precio mucho menor de lo que mi papá le ofreció al inicio, pero tenía varios años sin usarse y estaba un poquito deteriorado”, contó Luis.
Con llave en mano, la familia comenzó el proceso de restauración y poco a poco se le van haciendo cariñitos. Aún no puede usarse, pues no cuenta con revisión técnica al día.
Bello, bello
Una de las cosas que más llamó la atención en esta familia, vecina de Goicoechea, es el tipo de carrocería del Pontiac.
Es un modelo clásico de los años 70, de la General Motors, con un motor muy potente y pese a que tiene más de 40 años de haberse construido, el carro se conserva en muy buen estado.
“Conserva el mismo color con el que lo compramos, pero estaba un poco opaco, así que decidimos devolverle el brillo, cambiamos el parabrisas, se le hicieron unas modificaciones al motor y otro tipo de reparaciones, para contrarrestar el paso de los años.
“Además, queremos que sea un carro que tenga un poco más de potencia y su motor es de 7.500 centímetros cúbicos, quiere decir que posee más de 400 caballos de fuerza, es una maravilla", dijo emocionado su dueño.
Al ser tan potente, Silvia lo bautizó como la “Malacrianza blanca”. Este chuzo posee dos puertas, pueden viajar cinco personas, es automático y conserva su tapicería original en color azul y los indicadores de velocidad y su radio están muy completos.
En este momento, el único uso que tiene el Pontiac es para exhibiciones y se sigue trabajando para tenerlo listo, llevarlo a revisión y que pueda comenzar a rodar por las calles.
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Luis Roberto hasta tiene el lugar al que le gustaría llevarlo, cuando esté completamente listo.
“Estamos deseando llevarlo a Guanacaste, ahí por el tramo del cruce de Limonal, sobre la carretera Interamericana. Esa vía tiene unas rectas muy cómodas, para tranquilamente disfrutar del paisaje y del vehículo.
“La idea es tenerlo listo para el primer semestre del año. Es un sueño realidad, tenerlo tan cerca, pero a la vez tan lejos por años y saber que es nuestro, y que pronto podremos disfrutarlo, nos emociona mucho y por eso le hemos puesto tanto cariño a su proceso de restauración, porque queremos aprovecharlo todo lo que podamos”, mencionó.