Wálter Quesada dio la sorpresa el martes pasado al aprovechar su cumpleaños 47 para anunciar que no pitará más, luego de ser referí en la Primera División por 25 años y tres en el fútbol aficionado.
Ese día, el vecino de Guadalupe de Cartago se dedicó a atender a la prensa personalmente incluida a La Teja, que lo visitó hasta la Vieja Metrópoli.
Ahí pudimos ver el minimuseo que tiene a un lado de la cochera de su linda casa, lleno de balones, gafetes, fotos, acreditaciones y demás recuerdos, que acumuló en su carrera a nivel nacional e internacional.
Lógicamente no pudimos quedarnos con las ganas de preguntarle cuáles de ese montón de balones, tenían un recuerdo especial para él.
"Dirán que son cartagadas, porque para mí la más importante que tengo es esta", dijo el empleado del Instituto Nacional de Seguros, mientras tomaba en sus manos un balón hecho leña.
La importancia es tal, que don Wálter recuerda que la consiguió un 1 de mayo del 2012, mientras iba con su familia por el centro de Cartago.
"En Cartago andaba un chiquito con este pellejo, así como está (mientras muestra un balón maltratado e inservible). Yo venía de una actividad del 1 de mayo con los árbitros y venía con dos balones nuevos, internacionales , que había traído. Cuando vi al chiquito caminando por la acera, cerca del mercado de Cartago", indicó el padre de tres hijos.
Wálter, quien en la cancha no aguantaba nada, tiene un gran corazón y no lo pensó dos veces para darle la pecosa nueva al pequeño a cambio de la vieja.
"En el costado suroeste del mercado, el semáforo se puso en verde y el niño siguió con los papás hacia el norte. Di una vuelta en el carro, unos 600 metros, y cuando llegué a cien metros de donde él estaba (el niño),lo llamaba y no venía. Le pregunté qué había hecho el balón y me dijo que lo tenía el papá en un coche", recordó.
Para no hacer largo el cuento, don Wálter le dijo al niño que le cambiaba la bola vieja por una nueva y aunque al momento el pequeño tuvo sus dudas, finalmente aceptó.
"Era una bola totalmente nueva la que le dí con el aval de mi familia. Les dije que no necesitábamos esas bolas y ese chiquito debió haber sido superfeliz", indicó el brumoso, quien agregó que nunca supo el nombre del niño, ni mucho menos de dónde era.
El gesto lo hizo tan feliz, que por eso, cinco años después, esa bola es la más especial que guarda.
Wálter tiene balones de la Copa Oro, América, del torneo nacional y otros a los que fue a pitar en otros países. También ha regalado unos 20 a personas enfermas y niños necesitados.
Una joya.
Precisamente, entre la colección de balones del torneo costarricense, el exsilbatero nos mostró una de las más emotivas para él y que guarda desde hace 23 años.
"Todas son especiales, tengo de las últimas (de este Verano 2017). Tengo una del 94, que ya no sirve, que era de cuando yo tenía 24 años y fue la primera final que pité entre Alajuelense y Saprissa. Fue uno de los récords que tengo", señaló en referencia al haber sido el árbitro más joven en pitar una final.
Esa final fue ganada por los morados.