Escuchar
Alajuelense llegó a enfrentar al miércoles anterior al Herediano con un respirador artificial conectado y muchos ya le daban los santos óleos, pero venció al Team dos veces seguidas en una semana y agarró tanto aire que podría correr un maratón.
Cuando parecía que los erizos estaban listos para la foto, el cambio de entrenador se convirtió en la clave. La dirigencia eriza fumigó a Nicolás Dos Santos y le cedió el puesto a Luis Diego Arnáez, quien se encargó de darle otra cara al equipo.
A pesar que El Flaco tiene solo una semana en el banquillo rojinegro, pequeños detalles le dieron un vuelco a la situación de los erizos y los metió a la lucha por el título.
Apelar al corazón
El León estaba en el suelo y herido, por lo que Luis Diego Arnáez a lo primero que apeló fue a ese orgullo de ser liguista, algo que conocer a la perfección, ya que el Flaco vistió la chema manuda y también estuvo en el banquillo anteriormente.
El Flaco es un referente en la historia manuda y comparte el banquillo con Hernán Fernando Sosa, otra gloria de la institución manuda. Apoyados en esa historia y con discurso llegador, ambos lograron pellizcar a los jugadores, quienes le compraron de inmediato la idea.
Arnáez sudó por 12 años la camiseta rojinegra, motivo suficiente para ganarse el respeto de los jugadores con solo su presencia, lo cual no sucedía con Nicolás Dos Santos, quien perdió mucha credibilidad por sus decisiones.
Confianza en los cierres
Alajuelense sufrió mucho en el arranque de la cuadrangular por no saber manejar los cierres de los partidos, por lo que dejó ir el triunfo ante el Saprissa (3-3) y perder ante el Santos (1-0), en los minutos finales.
Según Arnáez, a este tema le entró de primero, con el objetivo de ordenar las cosas para que el equipo no perdiera la jupa en los momentos más importantes a pesar de la presión del rival. El brete funcionó y lo demostró ante el Herediano en dos oportunidades.
El domingo en el Rosabal Cordero, la Liga soportó el bombardeo florense y más bien tuvo la tranquilidad necesaria para golpear en el momento justo y ganar el partido. Han sufrido como en cualquier partido, pero sin la fragilidad mental que mostró con Dos Santos.
Conocimiento del plantel
Arnáez ya tiene colmillo como entrenador, así que sabía qué hilos correr para llevar las cosas por buen camino. Tampoco le ha temblado el pulso para hacer los cambios y recomponer al equipo, algo que no sucedía con su antecesor.
En solo dos partidos, el equipo ya dejó claro que tiene un cuadro titular bien definido, que sabe a lo que juega y cuáles son los jugadores que le inyectan aire fresco desde el banquillo. Lo ilógico es que algunos se estaban empolvando en la banca o las gradas, como Abdiel Arroyo o Freddy Álvarez.
Ubicar a José Andrés Salvatierra por la lateral izquierda con el juvenil Daniel Villegas en la media dándole apoyo le dio solidez en una zona en la que el cuadro sufría. Además demostró que la Liga no depende de Róger Rojas o Jonathan McDonald en la delantera, ya que Abdiel Arroyo ha demostrado que tiene capacidad de sobra.
Lectura de los partidos
Con muy poco tiempo para trabajar por la seguidilla de los partidos, era poco lo que se podía hacer en los entrenamientos, así que Arnáez tuvo que trabajar a marchas forzadas, realizó los cambios que se tenían que hacer y la Liga recuperó así el orden perdido.
Luego del partido ante Saprissa, los jugadores liguistas reconocieron que se desordenaron tácticamente, algo que el cuerpo técnico anterior no supo corregir, situación que no sucedió ante el Herediano este domingo, que a pesar de estar abajo en el marcador mantuvo intacta su idea de juego.
Arnáez mantiene vivo el mismo carácter que tenía dentro de la cancha, por lo que el equipo manudo refleja lucha, entrega, tranquilidad y orden, características que levantaron a la Liga en un dos por tres.
