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“Los clásicos se volvieron un infierno para mí”

Mujer que sufrió agresiones antes, durante y después de un partido entre Saprissa y Alajuelense nos contó su calvario

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En el momento en que se anunciaban con bombos y platillos las fechas de los clásicos entre Saprissa y Alajuelense y la mayoría de fiebres brincaba de alegría, doña Marisol anotaba esas fechas porque sabía que vendrían días de sufrimiento, de golpes y de maltrato.

Su esposo se transformaba en una bestia debido al fútbol, el cual utilizaba de pretexto para tirarle la comida en la cara o para gritarle: !Saprissista malparida!

Para doña Marisol cada clásico significaba agresión segura para ella, por eso terminó odiándolos. Foto únicamente con fines ilustrativos. (Archivo)

Esta vecina de Alajuela, a quien le dimos el nombre de Marisol para proteger su identidad, se considera una sobreviviente, porque solo Dios la salvó de terminar muerta, en manos de su marido.

Marisol también sintió la muerte después de un partido que la Liga le ganó a Saprissa, ya que el ex se alegró tanto con ese resultado que la montó en el carro y majó el acelerador a más de 100 kilómetros por hora. Después, en otra derrota de la Liga, el "valiente" decidió que la mejor manera de sacarse el colerón era moliéndola a golpes.

“Los clásicos se volvieron un infierno para mí. Llegué a odiar tanto esos partidos que le pedía a Dios dos cosas, que desaparecieran los clásicos, así como el fútbol. También le pedía a Dios que siempre ganara la Liga, porque si Saprissa ganaba me iba peor, me agredía con más fuerza y hasta temía por mi vida. Mis tres hijos y yo vivimos ese infierno durante 9 años.

“Las mañanas de los días en los que se jugaba un clásico me quería morir, porque desde bien temprano tenía que correr con el desayuno, con las bocas para el partido e irle a comprar el guaro a mi ex. Además tenía que alistar a los chiquitos y a los cuales él los obligaba a seguir a la Liga, porque Dios guarde ellos se pusieran algo morado, los mataba”, contó doña Marisol.

El problema es que el "hombre" de la casa se ponía a tomar guaro desde muy temprano y eso lo volvía más agresivo a la hora de la mejenga.

“Cada gol de Saprissa era motivo para que me pegara una patada o un puñetazo, que me tratara de hija de puta o que me dijera saprissista malparida, algo que para él era muy normal”.

Al agresor le enojaba mucho que a su esposa le gustara el fútbol, que lo entendiera, que opinara sobre alineaciones, las posiciones tácticas y que se emocionara con las jugadas.

“Un día cometí la estupidez de ponerme una camiseta de Saprissa porque apenas me vio se le metió el diablo, se me tiró encima y me agarró del cuello con todas sus fuerzas. Ese día estaba segura que me iba a ahorcar, mis hijos le gritaron y hasta le pegaron y fue por eso que me soltó, pero la agresión no terminó ahí, me obligó a ver el partido en brasier, fue una situación muy humillante.

Durante 9 años esta vecina de Alajuela fue agredida cada vez que Saprissa y Alajuelense se enfrentaban. Foto con fines ilustrativos. (John Duran)

“No tenía lugar dónde esconderme, si nos quedábamos en la casa las agresiones eran todo el día, si él decidía que íbamos a visitar a su familia, era peor el asunto porque como la familia de él es manuda las agresiones se multiplicaban, ya que no era solo él, sino también mi suegro y los cuñados”.

Pero lo peor de todo era cuando la obligaba a ir a un bar a ver el partido con los amigos, porque como él no la respetaba, los amigos comenzaron a faltarle el respeto y hasta llegaron a tocarla, sin que el marido se diera cuenta. Un día le dijo que los amigos estaban abusando de ella y lo que hizo fue pegarle un golpe en la cara que sencillamente la noqueó como por tres horas.

“Cuando una es agredida se prepara para la agresión. Yo sabía que un clásico era lo mismo que una paliza, por eso buscaba complacerlo en todo para ver si así me dejaba queditica, pero ni así me dejaba en paz. Yo le hacía el desayuno, le aplanchaba la ropa, le alistaba su camisa de la Liga, solo me faltaba besarle los pies y si me lo hubiese pedido creo que lo hubiera hecho, porque así es una de estúpida cuando vive en un ambiente de agresión”, recordó.

De todos esos martirios que vivió, Marisol recuerda un juego en especial porque fueron a verlo al estadio Ricardo Saprissa. Ese día perdió Saprissa y el hombre se volvió loco, montó a la familia en el carro y le metió la chancleta al acelerador.

“Íbamos a más de 120 kilómetros por hora y en una curva el carro hasta se levantó en dos llantas, casi nos volcamos. Cuando el carro estaba en dos llantas yo sentí la muerte, pensé en mis hijos porque creí que todos nos mataríamos… con decirle que de Tibás a Alajuela duramos como quince minutos, él manejaba como loco”, comentó.

Los golpes eran muchos, puñetazos, patadas, lo que fuera, lo que le importaba al ex era hacerla sufrir. Foto con fines ilustrativos.

Doña Marisol no sabía qué odiaba más, si los 90 minutos del clásico o lo que seguía después de que terminara la mejenga. Ella reconoce que siempre trató de que las agresiones fueran para ella con el fin de proteger a sus chiquitos del marido.

“Las mujeres agredidas terminamos aprendiendo a engañarnos solas, creemos que complaciendo al agresor no habrá golpes, pero eso es mentira, porque siempre le pegan a uno. Para un clásico en el 2015, me levanté bien temprano y le hice su comida preferida, lengua en salsa, porque pensé que así no me pasaría nada.

“Cuando se sentó a comer me gritó que me había pasado de sal, se fue a la cocina y trajo la olla en la que estaba la lengua en salsa y me la tiró encima. Luego me agarró a patadas y a puñetazos”, aseguró la mujer.

Desde hace dos años doña Marisol y sus tres hijos se liberaron de tantos años de agresión, ya que ella tomó valor, se separó y denunció al agresor, quien ahora tiene medidas cautelares.

“Tengo dos años de paz en los clásicos, por eso solo le pido un favor, que ponga lo que le voy a decir sin quitar una sola palabra porque es algo que durante nueve años me tuve que tragar a punta de golpes: ¡Viva Saprissa! Por cierto mis hijos son saprissistas y ahora sí disfrutan el fútbol. Somos una familia nueva ya arrancamos de nuestro hogar lo que no servía, lo que tanto daño nos hacía”, concluyó esta sobreviviente, quien volvió a estudiar porque ahora nadie la detiene en su sueño de sacar el bachillerato para luego entrar a una universidad y graduarse como administradora de empresas.

Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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