El defensor argentino Leonel Peralta fichó con Alajuelense en enero del 2015 y lo hizo con la misma expectativa que otros tantos extranjeros que llegan Tiquicia, jugar en un equipo grande, hacer carrera y un nombre.

Las cosas para el jugador, salido de las ligas inferiores de Newell’s Old Boys, arrancaron bien. En su primer partido como rojinegro fue titular y puso una asistencia que terminó en gol de Pablo Gabas, mostrando sus condiciones por la banda izquierda.

Aquel servicio a su compatriota fue ante Pérez Zeledón, otro equipo que marcaría su vida en Tiquicia, ya que fue su próximo destino tras salir del cuadro rojinegro que prescindió de sus servicios después de perder la final del Verano 2015.

“Perdimos la final contra Heredia y la semifinales de Concacaf, no se dio solo la salida del profe, sino de otros jugadores. Después de esa salida del Macho (Ramírez) nos fuimos como diez jugadores”, le dijo Peralta a La Teja.

Sin embargo, jugando para los Guerreros en el Invierno 2016, una grave lesión lo sacó de las canchas por casi un año.

A Leonel se le rompió el menisco, también presentaba problemas en los ligamentos y múltiples desgarros alrededor de la rodilla izquierda. Terminó su vinculó con los sureños y el hombre quedó en una situación muy complicada, sin salario y prácticamente sin oportunidades de brete.

“Fue lo peor que me ha pasado en mi carrera, quedé en una situación muy complicada, por dicha tuve una actitud muy fuerte en lo mental y en lo físico para poder volver a jugar”, aseguró.

Monstruo lo salvó

En los momentos más duros, fueron los fisioterapeutas y el médico del Deportivo Saprissa quienes le echaron una manita para que pudiera regresar al fútbol, la ayuda no vino de aquellos con los que había jugado.

El doctor fue Esteban Campos y los fisioterapeutas Diego “el Chino” Flores y Luis Naranjo.

“Cuando yo terminé contrato con Pérez (2016) ellos no me vieron, entonces uno o dos meses después, como en agosto, en Saprissa tomaron el reto de ayudarme. Yo estaba prácticamente recuperado y ellos me brindaron la posibilidad de seguir adaptándome físicamente.

“Yo quedé muy agradecido con Saprissa, porque aunque tuve un pasado con el clásico rival, vieron lo que yo estaba pasando y me abrieron las puertas de su club para que me pudiera recuperar. Rescato mucho la solidaridad que tuvieron conmigo, los colores quedaron de lado y ayudaron a un ser humano que lo necesitaba”, comentó.

Tenderle la mano en ese momento forjó una amistad que Leonel hasta el día de hoy agradece.

El regreso

Casi cinco años después de pulsearla, Peralta logró volver a la máxima categoría cuando lo contrató el Municipal Grecia en enero y este martes podría jugar en el Morera Soto, la cancha en la que todo comenzó para él en Tiquicia.

A Grecia llegó con el visto bueno del técnico Fernando Palomeque, quien lo dirigió en Jicaral y Grecia en la segunda división.

El jugador incluso anotó un golcito en la jornada cuatro del torneo ante Cartaginés, partido en el que los griegos cayeron 4-3.

“En la vida uno no puede tener excusas, el que tiene excusas es porque no quiere esforzarse. Por lo que yo he aprendido y pasado, sé que hay que luchar. Dios es el que ve a la larga y a la corta el esfuerzo que hace y da los frutos”, comentó.

Con el cuadro griego, el jugador está más que agradecido y afirma sentirse mejor que nunca en un país que ya siente casi como suyo, tanto así que su esposa, Marcela Calvo, es costarricense.

Después de tanto pulsearla y hasta verla fea en lo económico, con lo que fue ganando en segunda y la ayuda de su señora, logró hacerse de una casita en Esparza, Puntarenas. Por eso se considera el argentino más porteño de Tiquicia.