César Carrillo sembró la semillita de la fe en el camerino de Pérez Zeledón y aunque la muerte del jugador fue muy dolorosa sirvió fortalecer la unión en el equipo generaleño.
El 15 de setiembre el lateral derecho murió en un accidente de tránsito en Dominical.
Carrillo, de 34 años, regresaba de jugar con Golfito, en la segunda división, y ese día hasta anotó un gol en la victoria de 2-1 contra Curridabat.
Él fue campeón con el Municipal de Pérez Zeledón , luego de seis años retirado del fútbol, y en mayo de este año dejó el club para irse a la Liga de Ascenso.
Precisamente en el club generaleño, el defensor de 34 años sembró la semillita de la fe y aunque parecía que no crecería semanas antes de su inesperada partida la empezaron a regar y hoy está fuerte y creciendo.
“Él empezó a fomentar en el equipo la congregación y la comunión con Dios, empezó siendo un tipo de célula (reunión en un lugar para hablar de Dios) por cosa de él, yo nunca había vivido algo así”, señaló Edder Monguío, defensa pezetero.
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Monguío dice que al principio iban dos o tres jugadores y acabaron siendo once o doce. En lo deportivo en algunos torneos clasificaron a la cuadrangular final y en otros no; sin embargo, eso no les impidió seguirse reuniendo para hablar de Dios.
Lo malo fue que cuando Carrillo se fue del club, en mayo de este año, también jalaron jugadores como Lauro Cazal y Javier Liendo, tres de los que fomentaban la oración y la parte espiritual en el grupo.
Edder cree que haber perdido esa unión de grupo que conseguían orando les afectó en este campeonato, en el cual no lograron meterse entre los cuatro mejores.
"El grupo se deshace, quedamos algunos miembros, pero ninguno era como líder del movimiento, acudíamos , no obstante, no teníamos la capacidad para realizar las oraciones.
“Yo creo que en este campeonato eso nos afectó porque con Dios no se juega, todos sabíamos que había que hacerlo, era un compromiso con Dios, pero nos faltó conformar un grupo. Había mucho talento, buenos jugadores, pero nos faltó crear grupo”, insistió el futbolista.
Monguío recuerda que un día contactó a Carrillo, calcula que dos semanas antes de que muriera, porque los resultados no se les daban, incluso, llegaron a perder 5-2 ante San Carlos, 3-0 contra Saprissa y 4-1 ante Herediano y Alajuelense.
"Yo veía que el equipo nada que arrancaba, entonces empiezo a sentir que hay algo raro en el ambiente, algo estaba faltando y dije que era la oración. Busco a Carrillo y él me dice que estaba por buscarme porque nos veía jugando sin alma, que algo nos faltaba y empezó a ayudarnos. Él hizo un chat y por ahí nos mandaba cosas de la Biblia”, indicó Monguío.
La cosa mejoró
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Aquí viene lo duro porque a los 10 días de esa conversación, Carrillo falleció y una semana después de su muerte, el técnico José Giacone dejó la casa generaleña para firmar con Herediano.
En el sur quedó como técnico Omar Royero, exasistente de Giacone, y desde que asumió no volvieron a perder, han empatado cuatro mejengas y ganaron una.
Curiosamente los Guerreros del Sur se despedirán del torneo en casa, el miércoles 20 de noviembre, recibiendo a Giacone con el Team.
“Desde que empezamos a hacer grupo, Dios tomó el control del equipo, se fue nuestro entrenador, llegó Royero y hasta hoy no hemos perdido. Nosotros, que somos creyentes, sabemos que algo nos faltaba. No hemos podido clasificar, pero estamos edificando", cuenta con fe el jugador.
Monguío indicó que el trabajo de Carrillo y esta célula también le hicieron un milagro en su matrimonio porque después de tres pérdidas hace mes y medio él y su esposa, Jeimy, se convirtieron en padres de Ismael.
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“Con Carrillo hablé una semana antes de que muriera, él mandaba versículos de la Biblia, alguna palabra de motivación o reflexión al chat. A mí me ha golpeado su muerte, lo extraño mucho; sin embargo, vamos a lo mismo, por mi relación con Dios uno acepta su partida”, aseguró Edder.