¿Qué fue lo que pasó para que Herediano no pudiera hacer valer su casa, su gente y su gloriosa historia ante el humilde Municipal de Pérez Zeledón, el pasado 23 de diciembre cuando los guerreros del sur celebraron su primer título nacional de Primera División? La pregunta es larga, pero la respuesta es cortísima: una pala bendita tuvo la culpa.
Y es que el 22 de diciembre del 2017, un día antes del segundo partido de la gran final entre generaleños y florenses, los padres de la iglesia católica de San Isidro de El General mandaron bien bendecidos a los jugadores isidreños, a quienes también les entregó una pala para que enterraran al Team… ¡Así sucedió!
Ahora la famosa pala tiene un lugar privilegiado dentro de las instalaciones del club para recordar todo lo que significó.
Conversamos con el sacerdote Carlos Canales para que nos diera detalles de aquel mágico momento y que los generaleños no olvidan y atesoran en sus corazones.
“Fue un símbolo muy lindo del esfuerzo, del trabajo, de que todo lo que se celebra y se debe trabajar con el corazón. Los jugadores entendieron el mensaje y abrazaron con mucho cariño la pala… yo estoy convencido que la pala es gran responsable de ese título. Los jugadores se fueron llenos de Dios y, además, llevaban la herramienta exacta para labrar el campeonato”, nos dijo el cura, quien junto al padre Giovanni Herrera, y liderados por monseñor fray Gabriel Enrique Montero, obispo de la diócesis de San Isidro, entregaron la pala y la bendijeron.
Labrando alegrías
“Esa pala nos sirvió de mucho, entendimos de inmediato que tenía que acompañarnos en todo momento porque, así como sirve para abrir camino, para sacarle frutos a la tierra, así debíamos nosotros usarla simbólicamente para lograr frutos dulces”, afirmó el técnico generaleño José Giácone.
Para el delantero isidreño Josué Mitchell esa pala les llegó en el momento exacto, porque la iglesia nos la dio en un lindo acto delante de la comunidad y todo eso provocó que la pala se hiciera parte del equipo y del pueblo. Es por eso que todos nos agarramos de la pala para luchar juntos por el título, ya que la afición también pegó sus buenas paladas para lograr el título”, comentó Mitchell.
El paraguayo Lauro Cazal confesó que cuando tocó la pala entendió muy bien ese símbolo de esfuerzo. “Esa pala abrió el camino al título y al mismo tiempo fue un puente con nuestra afición porque nos llenó de más responsabilidad con la gente. Sentimos que teníamos la herramienta que necesitábamos para cumplir el sueño de todos los habitantes de Pérez Zeledón. Me encantó que la iglesia nos diera justo eso, una herramienta que sirve para cumplir sueños”, comentó.
Símbolo de humildad
Keylor Soto, el capitán, fue quien recibió la pala y nos dijo que se le arrugó el corazón cuando la tocó. “Cuando usted ve una pala sabe que es una herramienta para trabajar, al mismo tiempo, sabe que será usada por personas humildes que día con día se esmeran por alcanzar sus metas.
“Cuando recibí esa pala bendita entendí todavía más que el trabajo en la cancha ocupaba de mucho esfuerzo para darle grandes alegrías al pueblo, un pueblo que se construyó a punta de pala, porque Pérez Zeledón es un pueblo de humildes agricultores a los que nadie les regaló nada, todo se lo ha ganado con el sudor de la frente. La pala nos unió como equipo, como pueblo y como creyentes en Dios”, confirmó Soto.
Además de la pala el equipo recibió un cuadro con la imagen de san Isidro Labrador, el santo del cantón. De hecho, en las oficinas del Municipal Pérez Zeledón usted cuando va y pregunta por el trofeo de campeón nacional, le enseñan la copa, la pala y el cuadro de san Isidro, porque para la comunidad los tres son un mismo símbolo de entrega, coraje, sudor y triunfo.