La pequeña Emma Córdoba, de cuatro años, apenas gateaba cuando ayudó a su papá a restaurar un hermoso Toyota Starlet KP61, de 1982.
La niña, hoy de cuatro años, lleva en la sangre el gusto por los autos, sobre todo los Starlet, y ha hecho que su padre decida no vender el carro, como ya lo ha hecho con otros vehículos de ese tipo que ha tenido.
“Me encariñé bastante con el carro, tengo una hija que va en las mismas, le gusta mucho, a cualquier exhibición va conmigo. La idea es dejárselo a ella”, expresó Andrey Córdoba, dueño del auto.
Emma le ayudaba a su papá a alcanzar las cosas que él le solicitaba para poder arreglarlo. Algo que él hizo solo, con sus conocimientos y la ayuda de la pequeña Emma.
“Sé travesear, lo desarmé solo y lo terminé armando solo, fue mi hija la que me ayudaba un poquito, le decía que me alcanzara esto y me lo acababa, ella siempre estaba a la par mía por el carro. Le encanta”.
Córdoba, de 40 años y vecino de Carrizal de Alajuela, comentó que desde los 20 años tuvo su primer carro, también un Starlet, que le gusta por herencia de los tíos.
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“Hace cuatro años me ofrecieron comprar el que tenía anteriormente, y lo vendí y me fui a traer este a Bagaces. Siempre he sido amante de los Starlet, mis tíos tienen ese tipo de carro. Este estaba original, cuesta encontrarlo así y me dio por restaurarlo completo. Duré tres años y medio, y ahorita llevo cuatro con él”, expresó.
¿Cuál es el encanto que tienen los Starlet que le gustan tanto?
-Por el motor que se puede modificar, cosas mágicas que se pueden meter, y que modifican el sonido. Aún existen ese tipo de cosas que hacen que adquieran un sonido más potente.
Córdoba tiene el carro para exhibiciones más que todo, algún paseo los fines de semana aunque habrá alguna ocasión que lo lleva al trabajo. Tiene otro vehiculo que es de uso diario.
“Yo soy el único que maneja el carro, tengo otros carros, no es de uso diario, es para exhibiciones, o un fin de semana para calentarlo, cosas así”.
Sin embargo, las pocas veces que lo saca, llama la atención y la gente le pide fotos o una vuelta.
“Me lo piropean bastante, todo tipo de personas, en cualquier lugar me preguntan que si lo vendo, o me dicen qué lindo carro. Muchos los conocen y saben lo que cuesta ver un carrito como estos. Muchas personas que han tenido alguno se quedan conversando con uno cinco, diez minutos, eso es muy bonito”.
Córdoba contó que el carrito casi no lo compra por 25 mil colones, pero al final todo se dio.
“Yo lo vi en una publicación en Internet y la señora me esperó cinco meses para que lo fuera a ver y cuando fui a Bagaces no se dio el negocio por 25 mil colones. A la semana me llamó porque no salían compradores y cerramos con otro precio, favorable para ambos”, dijo.
“El carro estaba bastante aceptable, pero lo principal es que la tapicería es original y eso cuesta. Lo he llevado a todo lado, por la 27, al Irazú, al Poás, Grecia, Sarchí. A la playa aún no, es mi próximo viaje”, dijo.