La muerte parece que se metió a correr a la fuerza con el equipo de ciclismo Vérandas Willems, al que pertenecía el corredor belga Michael Goolaerts, de 23 años, fallecido el domingo anterior durante la competencia París Roubaix.
Michael se derrumbó en plena carrera y quedó a un lado del pavimento. Pese a que lo trataron de reanimar, murió en un hospital de Lille, Francia por un problema en el corazón.
Según informa el diario español El País, este es otro gran golpe para el Vérandas, un equipo en el que también militó el ciclista belga Daan Myngheer, de 22 años, quien falleció el 28 de marzo del 2016 también por un infarto cuando competía en la primera etapa del Criterium Internacional de Ajaccio.
"En julio de 2012 también murió el belga Rob Goris, de 30 años, que estuvo en la estructura del Vérandas. Él tuvo un paro cardíaco cuando se encontraba alojado en un hotel, poco después de participar en un programa de televisión junto a su novia, nieta del histórico corredor Rick Van Looy", añade el medio de comunicación.
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El Vérandas es una formación belga que trabaja con las categorías inferiores desde hace varias temporadas y desde el 2013 compite en las carreras más importantes del mundo.
Urge un cambio
Mientras que la Fiscalía de Cambrai (Francia) ha anunciado que la autopsia de Goolaerts se realizará en los próximos días para esclarecer las causas de su muerte, numerosas voces han alertado sobre la necesidad de mejorar los controles médicos de los ciclistas.
Hasta ahora, son los médicos de los equipos los que deciden si un corredor es apto para competir.
En este caso, Goolaerts había superado positivamente un test realizado en noviembre, sin embargo, los especialistas insisten que un seguimiento cardiológico no es garantía fiable al 100%.
Goolaerts nunca tuvo problemas coronarios, según ha asegurado el entornó del corredor.
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El reglamento de la Unión Ciclista Internacional (UCI) impone controles anuales con el fin de detectar eventuales problemas cardíacos, pero varios expertos ya han exigido un cambio de la normativa para que se establezca que la decisión de declarar "no apto" a un atleta la tome una autoridad no vinculada contractualmente a los equipos.