Es normal en muchos equipos de fútbol que el peso en la cancha recaiga sobre uno o varios jugadores en específico; sin embargo en Alajuelense parece crecer una peligrosa dependencia hacia el hondureño Luis Garrido, una situación que se siente desde las gradas hasta la cancha.
El catracho, quien este torneo renovó por tres años con la Liga, se convirtió en el equilibrio del León, es el volante que va y viene, corre y mete, marca, presiona, recupera, grita, acomoda a los compañeros, revienta cuando debe y la sirve cuando puede.
A pesar de todas sus funciones, Luis no siempre está en el campo y cuando sale de cambio, ya sea por decisión táctica o alguna lesión, el León tiende a sufrir de más, el rival se siente más cómodo sin el perro de traba que jode tanto y al que no le importa hacer el trabajo sucio.
En la afición también crece la inseguridad al ver salir a Garrido, llegan los temores por recuerdos recientes y múltiples ejemplos, el más reciente el sábado pasado ante San Carlos en el Morera Soto, juego que al final acabó perdiendo la Liga 1-0 y la anotación cayó luego de que el catracho salió de cambio.
“No hay que verlo así, al profesor le toca tomar sus decisiones y uno como jugador lo que hace es que las respeta, soy un jugador respetuoso en ese aspecto, yo me dedico a hacer mi trabajo por el bienestar del equipo, hago lo que me corresponde, por ahí el profesor pensó que me podía sacar a mí para atacar un poco más, pero así es el fútbol, a veces se acertará y a veces no”, dijo Luis.
Otro antecedente muy recordado fue el famoso clásico en el que Alajuelense iba ganando 3-0 al Saprissa en la cuadrangular del Clausura 2018, cuando Nicolás Dos Santos dirigía a los rojinegros. A los 70 minutos sustituyó al catracho y el Monstruo le igualó la mejenga a tres. Un cambio que casi le costó su salida.
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Según cifras del periódico La Nación, Luis ha salido de cambio en 17 ocasiones, de las cuales, solo una fue por lesión. En esos partidos que lo sacaron, la Liga tuvo un balance de ocho triunfos, tres empates y seis derrotas, para un rendimiento del 52.9%, muy inferior al 65% general del cuadro manudo en el último año.
Compañeros del jugador también reconocen la valía de Garrido cuando está en la cancha, para Róger Rojas es el mejor asistidor que tiene el equipo y para Jonathan McDonald su garra y coraje les suma mucho.
"Todos tenemos que estar preparados y no podemos abusar de un jugador porque a veces siento que abusamos de él y sus condiciones, de la marca, de la presión que da y algunos se relajan cuando él sale a presionar y se confían de la capacidad que tiene, así nos cierran la línea y a veces no puede y el resto de nosotros tenemos que solucionarle cosas a él también”, dijo McDonald.