Por ahí de 1985 y 1986 tuve la oportunidad de trabajar como preparador físico en el Deportivo Saprissa a la par de don Marvin Rodríguez, fueron unos pocos meses ya que después lo cambiaron.
Fue una vivencia muy interesante. Yo venía regresando de Brasil con aquellas ínfulas de joven creyendo que todo lo sabe y a la vez de laborar con el técnico que más títulos había ganado en la historia del fútbol tico.
Admito que el espacio para el cambio de las cosas nuevas que yo traía fue resistente. Sin embargo, aproveché para entender que don Marvin era muy astuto para alinear a sus jugadores, así como la lectura a la hora de los partidos.
Después, como sabemos, logró junto a don Antonio Moyano Reina la primera clasificación a un Mundial, el de Italia 90. Luego, muy a lo tico, lo dejaron fuera, algo así como que ahora quitaran a Óscar Ramírez tras conseguir el boleto a Rusia.
En ese momento los dirigentes tomaron la decisión, y sus razones tendrían, de encargarle a Bora Milutinovic el equipo. Pero uno piensa que al menos don Marvin merecía un campo de honor en ese y otros mundiales, que por lo menos fuese como un invitado especial. ¿Acaso no lo merecía?
Lo que pasa es que nos cuesta mucho creer en lo nuestro, porque algo o mucho debía tener el señor que más títulos ha ganado en la historia del futbol nacional y sin contar los que consiguió en Guatemala y Honduras.
Ahora que murió, por ahí le pondrán su nombre al próximo campeonato o le harán una placa y se la entregaran a su familia.
Como nos cuesta en este país creer en lo nuestro, siempre pensando que lo mejor viene de afuera, casándonos muchas veces con el malinchismo y haciéndonos cómplices de la ingratitud.