″¿Cuántos pollos, ovejas y terneros deben sacrificarse para garantizar el éxito de un equipo? ¿Cuántos sacrificios para conseguir el fracaso del rival?”, bromea una figura del fútbol marfileño.
Sacrificios, cánticos, hechizos, fetichismos, aguas bendecidas, polvos mágicos, ceremonias, collares todopoderosos, masajes especiales... Todas las técnicas y métodos son válidos para asegurar la protección de los jugadores y de sus éxitos.
Eustache Manglé, exatacante del principal club del país, el ASEC Mimosas, y varias veces internacional, recuerda una final de la Copa Nacional en 1967: “La víspera, los dirigentes vinieron a las habitaciones con un hechicero. Nos pusieron a todos en calzoncillos para una ‘preparación especial’”.
“El brujo dijo que sería yo el que le daría la victoria al equipo. Me dio un huevo crudo que tenía que tragar. Se me quedó atragantado en la garganta, sudaba y no podía respirar... Pero finalmente lo tragué.
“Ganábamos 1-0, el Stella (el rival) forzó la prórroga en los últimos minutos. Un defensa me había pegado en un pie... Era complicado y comenzábamos a dudar del brujo. Pero, como por arte de magia, al inicio de la prórroga, con ese pie, tiré con fuerza y anoté”.
¿Triunfo del hechicero? Manglé recuerda otro caso menos glorioso: “Un brujo debía hacer un hechizo a nuestro favor con un gato que tenía en la manos. Pero se equivocó diciendo el nombre de nuestro adversario. Le dijimos: ‘¡Es ASEC, no Stade Abiyán! El gato se escapó en ese momento... Perdimos 5-1”.
El tema sigue siendo sensible y muchos temen hablar abiertamente de ello en público. Un exinternacional explica que jugó un partido horroroso pese a estar en plena forma después de un masaje místico.
La exestrella Emmanuel Moh recuerda también huevos rotos en el círculo central y visitas nocturnas de los hechiceros, pero destaca con una sonrisa que la ‘magia’ se debe más a los futbolistas: “El hechicero solo funciona con buenos jugadores”. El centrocampista del Africa Sports estima que el recurso a estas prácticas está en retroceso provocado por el crecimiento de la fe en las religiones monoteístas.
Dirigentes, jugadores o entrenadores creen cada vez menos en su eficacia o rechazan practicar estos ritos paganos o la idea de ser supersticiosos.
Moh subraya la importancia del trabajo, del entrenamiento y de la preparación mental. La religión también es importante, pero sin los hechiceros.
“Aquí rezamos a Dios” puede leerse en grandes letras en el código disciplinario del club de Séwé Sports de San Pedro, triple campeón marfileño 2012-2013-2014 y ganador de la Copa en el 2016.
Gervais Rigo, exentrenador del club finalista de la Copa CAF 2014, destaca que el club tiene incluso “una célula de oración dirigida por el director general” y que sus miembros son de tendencia evangélica.
“Al principio de temporada y en los grandes partidos hacíamos una donación (sacos de arroz, azúcar) a una iglesia y a una mezquita. También tenemos musulmanes en el seno del club. Esto nos ha dado buena energía.
“Cuando llegábamos a los vestuarios hacíamos alabanzas, rezábamos mucho, oraciones ecuménicas. Era extraordinario”, afirma el técnico, que atribuye los buenos resultados del club a este fervor.
“Guardamos una jornada de ayuno en el avión durante un viaje a Sudán para enfrentarnos al Al Hilal en la Liga de Campeones del 2013. Este enfoque espiritual dio sus frutos: íNos clasificamos!”.
Rigo considera también que escapó de los hechiceros: “Una vez en el Congo, en Dolisie contra el AC Léopards, en la vuelta de las semifinales de la Copa CAF-2014, una mujer embarrada de kaolin (una arcilla blanca), ciertamente una hechicera, quiso entrar en nuestro vestuario. Dio media vuelta en cuanto rociamos el lugar con agua bendita.
“Esta espiritualidad nos ayudó en nuestra aventura africana y en nuestro dominio nacional, pero todo venía, por supuesto, por un aspecto más racional: el trabajo específico en la cancha, con el rigor en la preparación del equipo”, concluye.