El campeonato conseguido por San Carlos el miércoles anterior es el ejemplo más reciente de que los jugadores ya no necesitan pertenecer a clubes grandes y de mayor tradición como Saprissa, Alajuelense o Herediano para saborear la gloria.
Aunque en lo que llevamos de esta década, los 19 títulos disputados se han repartido en la gran mayoría entre florenses, manudos y morados, en dos ocasiones quedaron en manos de equipos no tradicionales, uno en diciembre del 2017 con Pérez Zeledón y recientemente los Toros del Norte.
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Unido a eso, un equipo como el Santos de Guápiles logró meterse a jugar la Liga Concacaf hace dos años, incluso llegó a la final en la que cayó ante el Olimpia de Honduras. Además logró colocar en el extranjero a jugadores como Ian Smith, en Suecia y a Wilmer Azofeifa, en Noruega, sin necesidad de jugar en los equipos más históricos del país.
Ese torneo también significó una exposición internacional para los guapileños, la cual ahora aprovechará San Carlos al participar en el torneo del área junto al Saprissa y el Herediano.
A esto se le debe sumar que un equipo como la Liga suma cinco años y medio sin ser campeón y tres años sin disputar una final. Además, su dirigencia no da señales de encaminar un proyecto sólido que les permita ganar un campeonato, lo cual hace que muchos futbolistas no vean tan atractivo estar en equipos con esas realidades.
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Roberto Córdoba, jugador del campeón nacional, es un claro ejemplo de que no necesitó estar en un equipo grande para ser monarca.
Él es ficha de Alajuelense, club que lo cedió a préstamo a su natal San Carlos, con el que consiguió lo que no pudo con los rojinegros: celebrar un título.
“Estar en este momento en Alajuela no es cosa bonita”, indicó de entrada el joven jugador.
"Dicen que Dios no hace nada por casualidad y al final yo siempre he confiado en Dios y sea como sea, haya esperado más de la cuenta o no, sé que he esperado bien, he tenido paciencia y las cosas me han salido bien.
“He peleado ya dos veces una semifinal y a Alajuelense no se le han dado las cosas, no porque no quieran, (ellos) porque se están reforzando muy bien, pero no les están saliendo las cosas”, indicó Córdoba.
El jugador asegura que está muy contento con los norteños y recordó que cuando llegó a la Liga lo hizo por intermedio de Víctor Badilla, gerente deportivo manudo en ese momento. Sin embargo, luego la cosa se complicó, ya que jaló el técnico Guillerme Farinha y llegó el español Benito Floro con la idea de un proceso con jóvenes que no cuajó.
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“Hubo muchas situaciones que no se dieron a mi favor y escogí irme a préstamo, porque la situación estaba complicada y se puso todavía más complicada. Estar en este momento en Alajuela no es cosa bonita”, insistió el norteño.
Otro caso, similar ocurrió en este torneo con los carmelos Suhander Zúñiga y Jonathan Martínez, contratados esta temporada por Saprissa por pedido de Vladimir Quesada, sin embargo, la salida de éste y la llegada al banquillo de Wálter Centeno los dejó sin chance de jugar.
Zúñiga solo sumó 174 minutos y Martínez ni uno por estar lesionado.
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Para Córdoba, es cierto que estar en un club grande facilita llegar a una Selección Nacional, y la prensa les presta más atención a lo que se hace, no obstante, él prefiere estar en un equipo no tradicional porque es feliz y eso es lo que cuenta. Además se siente importante.
Harrick McLean, periodista y narrador de Deportes Monumental, es del criterio que los futbolistas se dieron cuenta que no necesitan estar en un club tradicional para ser campeones.
"Ya los jugadores se han dado cuenta que no es solo Saprissa o Alajuelense. Con equipos pequeños se pueden ganar campeonatos y tener menos presión.
"Si bien es cierto hay presión de la gente del pueblo de no andarse enfiestando y de ese tipo de cosas, los profesionales que lo toman en serio se han dado cuenta que, por ejemplo, San Carlos es una zona linda para vivir.
“Actualmente no aspiran tanto a llegar a Saprissa o Alajuelense, sino quedarse en un equipo pequeño e intentar ganar un campeonato sin tanta presión y la gente los deja trabajar tranquilos”, reflexionó McLean.
Otro ejemplo de que no necesitó de un equipo histórico para tocar la gloria lo dio el delantero Albert Villalobos, al que Herediano mandó a préstamo a San Carlos y donde consiguió un bicampeonato, pues seis meses antes celebró con el Team.