Jeyland Mitchell, el joven de Alajuelense a quien Alexandre Guimaraes rescató de los desahuciados del equipo y lo puso de titular con buenos resultados, tiene mucha historia pese a sus 19 años.
Con esa edad, el joven ha pasado por Limón FC, Saprissa, Guanacasteca, Liberia y ahora Alajuelense, sin olvidar un retiro prematuro del fútbol y una incursión exitosa en el baloncesto, donde fue convocado a las selecciones menores.
Su madre, doña Mirta Mitchell, ha sido el gran impulso del Jeyland y quien convenció al manudo de dejar el básquet para entrarle fuerte al fútbol. Además, nos confesó que su hijo es liguista de corazón, “yo soy la saprissista”, dijo.
El proceso de Jeyland con el fútbol empezó muy rápido, a los tres años ya estaba en una academia de fútbol, impulsado por la fiebre que mostraba el niño.
“Siempre quería bolas, aunque ya tenía. Un tío le regaló una profesional y jugaba con ella en la casa y el abuelo, don Harold Mitchell (quien jugó con Limón y Cartaginés), me decía, ‘métalo a una academia, tiene buena pata, no ve que duro le pega”, explicó la mamá.
La mamá lo metió con tres años a la academia de David Mayorga, luego a los cinco años estuvo con otro entrenador del que no recordó el nombre hasta que lo metió en Limón FC para que participara en los campeonatos de Unafut de U-10. Tenía ocho años.
En ese proceso con Limón FC, Saprissa lo llamó y Jeyland se fue para San José con su mamá.
Sin embargo, llegó la pandemia y apenas pudo estar cerca de cuatro meses con los tibaseños y se regresó a Limón.
Fue en ese momento cuando Luis Fernando Fallas, quien era técnico de Limón, buscaba un defensa con las cualidades de Jeyland para el primer equipo.
A Fallas le gustó mucho el joven de 16 años y se lo trajo al equipo aunque debieron correr para desinscribirlo de Saprissa.
“Fallas lo iba a debutar con 16 años, pero pasó la situación con Guadalupe, que Limón perdió los puntos por un problema con la Caja. El segundo partido era contra la Liga, pasó una situación con Fallas y la dirigencia y quitaron a Fallas y no debutó”, recordó la mamá.
“Entonces, llegó un entrenador que, tal vez por jovencito no lo puso (Daniel Casas), Limón descendió y no pudo debutar. Entonces Jeyland me dijo, ‘¿qué hago, Limón está en segunda’?”
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En ese momento, doña Mirta le dijo que siguiera entrenando, pero un hermano de ella, Hárold, quien juega básquet en primera (ella también jugó baloncesto), le sugirió que se metiera a baloncesto y empezó a ir a entrenar.
El tema es que a los pocos días, el entrenador de baloncesto le dijo a la mamá que lo quería meter al primer equipo, que si lo dejaba. Doña Mirta preguntó cuánto duraba la temporada y le dijeron que seis meses.
Le dio permiso, luego tenía que volver al fútbol a ver qué pasaba. Pero Mitchell, con su 1,88 metros de estatura, sobresalió en el baloncesto. Fue nombrado el novato de la temporada y llamado a la selección menor. Cuando Fallas, contratado por la ADG, lo pidió, ya no quería volver al fútbol.
Entonces, la mamá, los abuelos y los tíos tuvieron que convencerlo para que se fuera otra vez al fútbol.
“Estaba emocionado porque lo que quería en fútbol lo estaba logrando en el baloncesto, pero le dije, ‘yo no lo crié a usted para jugar baloncesto, usted tiene fundamentos para fútbol. En básquet puede ser bueno, pero no está para eso”, le dijo doña Mirta.
Jeyland accedió con una condición, si se iba para Nicoya doña Mirta tenía que irse con él.
Y así fue como debutó con 17 años con la ADG. Luego lo contrató Liberia hasta que su representante, Kurt Morsink, lo colocó en Alajuelense.
“Él es liguista, él siempre me dijo, ‘mami, yo voy a jugar con la Liga. Y cuando estuvo en Saprissa me decía, ‘yo estoy aquí por usted’. Por eso, le está yendo bien porque juega donde quiere estar”.
Desde sus inicios en el fútbol hasta su incursión exitosa en el baloncesto, su camino ha estado marcado por desafíos y decisiones difíciles.
Sin embargo, la influencia de Alexandre Guimaraes y el apoyo de su familia han sido clave para su desarrollo y éxito. Mitchell demuestra que con determinación y dedicación, los sueños pueden hacerse realidad en cualquier disciplina deportiva.