Hace un año, Manuel Alvarado se compró un pick up, un Toyota 1000 del año 87, para saldar una especie de deuda que tenía con su papá.
Alvarado, vecino de Cartago, contó que cuando él era un chiquillo, trabajaba con su tata, también llamado Manuel, en construcción, y al tiempo se compraron un carrito similar, un Chevy 500 que les ayudaba a andar de arriba para abajo.
Con el paso del tiempo, decidieron cambiar de nave, pero quedaron con la espinita de tener otro pick up nuevamente.
“Sentía que tenía una deuda histórica con mi papá, con el paso del tiempo estudié, trabajé y comencé a buscar un carro parecido cuando pude tener los medios para hacerlo, pero conseguir un carro con esas características es muy difícil.
“Había visto unos, pero estaban muy deteriorados y, hace dos años, el esposo de una compañera de trabajo se compró este Toyota, así como estaba, en perfecto estado y desde que lo consiguió yo le decía: ‘Algún día va a ser mío’. El año pasado me lo ofreció y siento que los astros se alinearon y ahora lo tengo conmigo”, contó.
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Manuel afirmó que cuando su papá lo vio se emocionó tanto que lo usó por unos pocos metros y dijo que sentía que estaba volando.
“Yo le dije a él que andaba buscando un carro de esos, fue una felicidad enorme. Ahorita tiene 81 años, ya no maneja por un tema de edad, pero el tener ese carro es como revivir el sentimiento de hace años, es un apego sentimental, la unión de padre e hijo”, afirmó.
Alvarado contó que su papá a todo le pone apodos. Al primer carrito le había puesto el zanate, pero a este lo bautizó como el canario.
Enterito
El carrito se conserva original.
“Todo le funciona, hasta tiene un paquete de herramientas que venían con él. Se pintó una vez para que se viera bonito, pero conserva el color original, los asientos son de color beige, es carburado, su motor es de 4 cilindros, su marcha es manual y tiene capacidad para dos personas.
“Tiene hasta el radio original, pero solo cuenta con AM y casete, entonces en la guantera le adaptamos un radio con parlantes para que suene mejor y hasta se le podría poner aire acondicionado, porque tiene todo para instalarlo, pero en este momento no lo posee”, agregó.
Para Manuel es prohibido ponerle algo en el cajón del carro.
“Antes uno andaba en los cajones de los carros y así pasó con el zanate, pero ya ahora no se puede y la verdad no me quiero exponer, de vez en cuando le pongo una bolsa, pero lo cuido muchísimo.
“En diciembre, cuando mi mamá estaba haciendo el portal, quería ponerle ramas y un día que andaba en bici por el cerro de la Muerte vi unas ramas muy lindas y luego fui en carro a traerlas, claro, cubrí todo el cajón y ahí por los Chespiritos conseguí las ramas”, dijo.
“No puedo salir con él porque todo el mundo me lo piropea, es increíble. Al inicio me daba miedo, pero la gente se me acerca y me decía: ‘Mae qué chuzo’, ‘mae qué lindo que está', y tiene muchos novios, la gente me ofrece plata, pero no me interesa venderlo”, aclaró.