El ver a su papá subido en un Willys militar, en su natal Colombia, hizo que Luis Fernando Benavides se enamorara fielmente de este modelo de automóviles.
Por eso, desde hace cuatro años tiene un Jeep Willys Overland Station Wagon de 1953, que le evoca los recuerdos más dulces de su infancia. Además, esta pasión por los modelos americanos le permite ayudar a otros fiebres de esta marca.
“Recuerdo ver a mi papá en los Willys, pero de niño no me imaginaba la fiebre que estaba sembrando en mí. Por un tiempo yo también hice servicio militar, porque allá es obligatorio.
“Esto de los Willys es mi vida. Actualmente combino mi trabajo en bienes raíces con el hecho de importar repuestos y piezas de estos carros para conocidos, porque al ser modelos clásicos no se consiguen en el país y también los asesoro, basado en mi experiencia”, contó Luis.
Benavides afirmó que esta joya la consiguió cerca de su casa, en Los Ángeles de Atenas, en donde vive con sus papás Luis y Miriam, su hermana Lina, su esposa Norma y su hija Natasha, de 16 años.
“Sabía de la existencia del carro, estaba en manos de una persona, también de Atenas. Esta persona me pidió que se lo ayudara a vender, pero en ese momento el precio no estaba en mi presupuesto.
“El carro no se vendía, pasó el tiempo y le ofrecí una cantidad de dinero y a la semana mi conocido resolvió venderlo. Soy el cuarto dueño que ha tenido este Willys”, dijo.
A la hora de comprar, no tuvo problemas con el chuzo porque se encontraba en muy buen estado, así que Luis enfocó sus energías en la parte mecánica.
“Es un carro con dos puertas, doble tracción, su motor es el original de 4 cilindros, es manual.
“En la parte de atrás conserva unas líneas de madera, que son una especie de guía que se usaba para que las personas pusieran los pies o que una carga no quedara en la lata”, afirmó.
Benavides agregó que los asientos son café y el carro es vino oscuro, a veces puede parecer negro, pero si se expone a la luz del sol se puede aclarar un poco.
“Las llantas son originales y las copas conservan un detalle en color blanco.
“Los repuestos los mando a traer de Estados Unidos, afortunadamente no hay que viajar para conseguirlos”, señaló.
Una pasión
En el 2016, ya viviendo aquí en Costa Rica, Luis Fernando fundó, con unos amigos, un grupo llamado “Willys Pasión Costa Rica”.
El objetivo del grupo es juntar los Jeep Willys de 1941 a 1971 en diferentes eventos nacionales de carácter social o recreativos.
“No somos un club, porque eso requiere el pago de membresía y que haya un presidente. En cada reunión asistimos unas 30 personas.
“En nuestro caso, el único requisito que pedimos es que sean dueños de un Willys y los interesados pueden llegar a las distintas actividades que promovemos, como exhibiciones y actividades de bien social”, manifestó.
Luis Fernando usa su carrito a diario, porque en su criterio es la forma en que se conserva en buen estado.
Además de mostrarlo en exhibiciones, lo usa para sus mandados y para llevar y recoger a su hija al colegio.
“Hemos ido a Sarchí, Sarapiquí, a otros lugares alejados y hemos colaborado con distintas instituciones de bien social”, añadió.
En los planes de este fiebre no está vender el carro.
“Mi papá está luchando contra una demencia senil y ver el Willys me evoca los más hermosos recuerdos de mi infancia y verlo a él emocionado me hace enamorarme aún más de estos modelos”, contó.