Alajuelense firmó un nuevo fracaso en el campeonato nacional, una nueva amargura, una nueva decepción porque con la planilla y recursos de este equipo salir eliminado en semifinales no se puede llamar de otra manera, de nuevo fracasó y en grande.
Se va con un doblete, el título centroamericano y el de copa, pero el título que querían todos sus aficionados, el que más añoraba su gente, no lo logró, otra vez.
Herediano lo enredó en un juego que le sirvió y a pesar que perdió 1-0, la renta del 3-0 en el primer partido le fue suficiente para amarrar su boleto para la final del torneo ante el Saprissa.
¿Por qué no jugaron así el sábado? Se preguntaba más de un aficionado manudo en las gradas, pues más allá que el balón no ingresara al marco florense, al León se le notaba hambre, ganas y carácter, todo lo que no tuvo el sábado pasado en el Colleya.
Detalles como esos son los que muestran que pese a todo, planilla, refuerzos y estar jugando estas instancias cada seis meses, los rojinegros siguen fallando en detalles tan básicos en estas instancias, pues nótese que en cada campeonato tienen un partido terrible que les cuesta el cetro.
Queda más que claro que a la Liga el campeonato no se le fue este domingo, ni en el cabezazo que Guillemo Villalobos se perdió solo a los 17 minutos cuando entró con toda la ventaja, ni en la tapada que Aarón Cruz le hizo a Campbell a los 32, cuando tenía mucha gente al frente y aún así vio la pecosa.
No, no, no, la Liga no perdió el título en la bola que le metió un susto a Cruz a los 33 cuando un florense la desvió y apenitas pasó por encima del horizontal rozando el autogol.
El León salió a jugar como se juega una semifinal, pero con una loza pesadísima ante un rival que estaba jugando la semis con colmillo, con barrio, quemándole segundos al reloj apenas podía, justo a lo que le servía, conocedor que el obligado a dar el gasto era el rival.
Porque el guion del juego fue claro, uno que proponía, otro que aguantaba y apostaba a buscar la desesperación del rival conforme pasaba el tiempo y no caía el gol, la presión fue creciendo.
Además, el partido estaba calientísmo, con reclamos de parte y parte, a Benjamín Pineda los jugadores y las bancas no le hicieron un partido fácil en el que le reclamaron todo y hasta con una que otra amarilla que se guardó de lado y lado.
Era tanta la cosa que antes que acabara el primer tiempo se fue expulsado del banquillo herediano Jewison Bennette, por fuertes reclamos, aunque eso no debería sorprender mucho.
Para el segundo tiempo nada cambiaba hasta que a los 56 minutos se abrió el marcador, el León pudo clavar al menos una, el golcito que le diera alguna esperanza y metiera a la gente en el partido.
Carlos Mora la pegó fuera del área, en la trayectoria de la pecosa Joshua Navarro la logró alcanzar, puso el pie para cambiarle la trayectoria al remate y dejar a Cruz sin nada qué hacer.
Las caídas de los florenses seguían apareciendo casi minuto a minuto, algunas reales, otras para quemar tiempo. La veracidad de algunas caídas se notaba en detalles, por ejemplo, cuando Everardo Rubio y Juan Miguel Basulto tuvieron que salir de cambio, allí no hay nada qué decir.
En los últimos minutos la Liga quemó naves, se fue con todo arriba ante un rival que acabó con diez por la expulsión de Fernán Faerron, quien en este torneo en los partidos que jugó en el Morera por campeonato nacional se fue expulsado, al menos, en este se fue con la clasificación amarrada.
Al final, en la Liga lo que los resultados marcan es que el campeonato terminó igual que casi todos en los últimos diez años, con un sensación de de lo que pudo ser y no fue, del equipo que se volvió, al que siempre le hace falta un cinco para el peso.
Es hora de ver y analizar el modelo, porque por más fichajes bomba, billetera y cuanto cosa les dan, los títulos siguen sin llegar.
Al Team podrán cuestionarle los métodos, pero están en la final, está a cuatro partidos de llegar a la 30, es el único que tiene en la mano la posibilidad de frenar un tricampeonato a un Saprissa que hoy tiene la mayor cantidad de fichas para vivir otro lindo diciembre. En Tibás eso sí es tradición.