Michael Umaña anotó el quinto penal que clasificó a la Sele a cuartos de final del Mundial Brasil 2014 y un chiquito de 9 añitos celebraba como loco por las calles de Heredia centro, con bandera de Costa Rica en la mano.
Ese niño se llama Jewison Bennette y hoy, ocho años después, está a las puertas de celebrar otra posible gesta de la Tricolor, pero ahora como seleccionado nacional.
Él es uno de los siete futbolistas que están a las puertas de clasificar a la Copa del Mundo de Catar 2022 junto con los ídolos que admiraron siendo niños y que ahora tienen de compañeros de equipo.
Se tratan de Anthony Contreras, de 22 años; Carlos Mora, Daniel Chacón y Orlando Galo, de 21; Ian Lawrence, de 20; Brandon Aguilera, de 19 y Jewison Bennette, de 17.
Ellos, cuando la Sele hizo historia en Brasil, eran unos chiquitos pues Contreras tenía 14 años, Mora, Chacón y Galo 13, Lawrence 12, Aguilera 11 y Bennette 9.
La Teja intentó conversar sobre el tema con los familiares de los seis futbolistas, pero solo fue posible hacerlo con los papás de Jewison y de Daniel.
Escuela de fútbol
Para Brasil 2014, Jewison estaba en la escuela de fútbol del Herediano y desde entonces soñaba con ser futbolista, igual que su papá, del mismo nombre, quien nos atendió muy amablemente.
“Nosotros le poníamos la camiseta de la Sele y aunque no lo decía, yo lo veía motivado, por lo que hacía la Sele, era algo que se notaba le gusta.
“Para el 2014 él tenía 9 años y ya estaba en el Herediano, sentía mucha alegría de jugar, pero no se imaginaba que años después le darían la oportunidad. Obviamente como niño tenía la ilusión de representar al país y de poder llegar a una selección”, dijo don Jewison padre.
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Desde entonces, Bennette hijo se identificaba con un jugador que ahora es compañero suyo en el equipo de todos.
“Le gustaba como jugaba (Joel) Campbell, que en ese momento sonaba mucho”.
El papá del jovencito asegura que lo pasa aconsejando, pues son muy pocos los futbolistas que tienen la oportunidad de vivir semejante experiencia a su edad.
“Él está muy contento, sorprendido porque ha sido rápido todo lo que le está pasando, pero como yo le digo, que Dios tiene los tiempos y debe aprovechar la oportunidad, esto no es algo que se da todo el tiempo. Hay muchos jóvenes que desearían estar en su lugar, por lo que tiene que disfrutar mucho, hacer el esfuerzo, si le toca participar, dar la vida, el corazón y si no le toca, apoyar a los compañeros.
“Siempre hablo con él antes de los juegos, le digo cosas sencillas, no presionarlo, que disfrute, que juegue, que haga lo que lo ha llevado a la selección, que disfrute y que ponga todo lo que él sabe”, explica el orgulloso tata.
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¿Cómo vivirá él la mejenga del martes?, como suele hacerlo, solo y encerrado en un cuarto.
“Me gusta ver los partidos tranquilo, sentarme, que no me molesten, me encierro en el cuarto, por como soy, veo el partido solo, analizando. Siempre está la ilusión, los nervios de como si fuera jugador, un poco de nervios”, añadió.
De Suiza a Catar
La Suiza de Turrialba y Carolina Salas, mamá de Daniel Chacón, son testigos de que el ahora defensor brumoso celebró con todo, cuando apenas tenía 13 años, la hazaña tricolor en Brasil.
“Nosotros en ese tiempo nos reuníamos en mi casa, en La Suiza, a ver los partidos, toda la familia, hacíamos una comida y la sala de mi casa era grande y todos los chiquillos se juntaban a ver los partidos”, recordó Salas.
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La señora recuerda que desde muy joven, la vocación de su hijo por el fútbol era muy fuerte.
“Él durante ese mundial fue uno más, lloró, rió, se emocionó, como todo el país estaba como loco, pero siempre decía que quería jugar fútbol. Hasta un día dijo que si él no se hacía jugador, se moría.
“Admiraba mucho a Celso, a Byan Ruiz, ese mundial lo vivió a lo grande, lloró a montones, como un chiquito y lo vimos en familia. Él es muy hogareño, las cosas importantes prefiere pasarlas en familia antes que ir a otro lugar”, reveló la mamá.
Doña Carolina dice que, incluso, aquella cita mundialista pudo ser un antes y un después en la vida futbolística de su hijo.
“Cuando fue lo del mundial jugaba en un equipo que se llamaba Los Once, llegó a un partido para que lo vieran y lo dejaron. Luego del mundial empezó en Cartago, lo vio un profe y jugó una semifinal contra la Liga, despuecito del mundial, allí empezó con el equipo”, añadió Salas.
El otro gran protagonista de la historia de Daniel es su abuelo, don José Octavio Salas, quien anduvo por todo lado con su nietico para impulsarlo en sus sueños.
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“Ese carajillo tenía la idea de tratar de llegar a un equipo de primera, de ver cómo hacía, pero es lo que quería, desde que era pequeño me acuerdo que andaba jugando para arriba y para abajo con los chiquillos.
“Él siempre admiró a Sadio Mané (delantero senegalés del Liverpool) y le gustaba como jugaba el Paté (Wálter Centeno). También el Chiqui (Randall Brenes), pero en el 2014 era un chiquillo que veía los partidos sentado y le gustaba mucho Celso Borges y Michael Umaña. Ya cuando llegó a Cartago puso los ojos en Dany Fonseca, le gustaba como jugaba e hizo los primeros pasos con él”, recordó don Octavio.
El abuelo detalló cómo fue la loquera cuando la Sele pasó a cuartos de final en el 2014.
“Recuerdo que cuando le ganamos a Grecia nos fuimos en una caravana, pitando y pitando, desde La Suiza hasta Turrialba, igual hicimos cuando él debutó contra México. Un escándalo”, detalló.
La clasificación a Catar 2022 es un motivo más para armar otra caravana, pero en esta con Daniel como uno de los protagonista de un nuevo sueño conseguido.