Una desgastada cancha de zacate, un terreno sintético con mucho uso y un planché en malas condiciones en el Colegio Académico de Costa de Pájaros es todo el espacio que tienen para jugar al fútbol en esa comunidad del distrito de Manzanillo, un pueblo a 55 kilómetros del cantón central de Puntarenas.
Según lo relatado por cuatro muchachos oriundos del pueblo, salir a jugar bola es el único entretenimiento en una zona muy linda para los turistas, por la cercanía con playa Blanca o río Lagarto. Sin embargo, los pobladores tienen muy pocas oportunidades para el deporte y para conseguir un trabajo.
“En las canchas del barrio siempre hay campeonatos juveniles y de gente mayor, el fútbol es básicamente en lo que uno pasa el tiempo libre, se vive con el fútbol en la sangre”, comenta Emerson Alvarado, quien juega en el equipo Puntarenas Junior, en la primera división de fútbol playa y en la Selección sub-20 de Costa Rica.
“Para jugar en la (cancha) sintética, sí hay que estar dando (plata), eso no es gratis”, mete la cuchara su amigo Jeaustin García, en una especie de parque que hicieron hace unos años.
Emerson y su hermano gemelo, Edison, además están en un grupo de baile, con lo que se entretienen en otra cosa para romper la rutina.
Muchachos como Samuel González deben hacer un gran esfuerzo para salir de la comunidad, levantarse a las 3 a.m., recorrer casi 115 kilómetros para ir a entrenar con la Selección sub-20 de fútbol playa y volverse generalmente el mismo día, porque al día siguiente toca madrugar de nuevo para ir a pescar y cruzar los dedos que les vaya bien.
“Ahí usted depende de la pesca, no hay otro tipo de trabajo para poder sobrevivir, son pocas las personas que salen del pueblo. En mi caso trabajo con un primo que es mi patrón, cuando está saliendo camarón hay que levantarse a las 4 o 5 de la mañana y cuando es pescado es por la tarde o en la noche. Yo en eso trabajo”, explica Samuel.
Los otros muchachos también se dedican ocasionalmente a la pesca cuando está de buena temporada, una actividad que es casi obligatoria aprender con el mar a la pura par del pueblo. La época en la que no se puede pescar reconocen que la ven fea.
Los jóvenes ven el deporte como una opción para poder dar el salto y buscar un mejor futuro para sus familias.
“Yo quiero surgir por mi madre y poder ayudarla, si el trabajo se complica, uno siempre se ilusiona con el deporte, como una opción de salir adelante”, destaca Emerson.
En Costa de Pájaros, como en todo pueblo, entre todos se conocen, por lo que el pueblo también empuja para que estos muchachos puedan al menos tener las herramientas necesarias para jugar al fútbol, ya el resto depende de los jugadores.