Entre la tranquilidad, educación y cordialidad de la ciudad de Cartago, el técnico Gustavo Roverano, uruguayo con pasaporte peruano, afirma estar viviendo más tranquilo que nunca, en un lugar que describe como una iglesia gigante, una callada ciudad en la que no ve gente en la calle después de las 8 p.m.
Para el charrúa de 50 años, el cambio fue muy grande, pasó de vivir en Lima, la escandalosa capital del Perú, con casi 10 millones de personas, a una pequeña provincia en el Valle Central tico que gira en torno a una basílica como símbolo de fe.
El técnico siente el compromiso de ir redireccionando esa fe que se tiene como un símbolo de identidad en la cancha, convencer a la gente que tiene un club con mucha capacidad, pero que debe ir trabajando poco a poco. Roma no se hizo en un día.
"Acá me he asentado muy bien por ser una ciudad muy tranquila para vivir, con muy poca vida nocturna, lo que se asemeja un poco a mí, entonces, me he identificado con eso, me cae bien, soy muy casero, apenas de salir a comer y eso", destacó.
El título de "la muy noble y leal ciudad de Cartago" Roverano afirma sentirlo desde sus habitantes, los que más bien a veces siente que se pasan de buenos, al ser gente muy cordial, educada y respetuosa, cosas que no necesariamente funcionan en el fútbol.
"Cartago es una ciudad tan tranquila que siento que esa pasividad ha llegado al fútbol y es algo que hay cambiar, está bien, es bueno que uno viva tranquilo en el día a día, pero en la cancha hay que intentar sacar eso, he notado un cambio en los jugadores en ese aspecto, tener esa hambre", explicó el exportero.
A pasado solo un mes desde que el técnico llegó a Tiquicia y a pie a conocido el centro de la provincia y ya hasta se hizo cliente de un restaurante donde se halló.
"Me gusta conocer la historia de los lugares donde trabajo porque pienso que todo tiene un porqué y explica la manera de pensar y actuar de la gente en muchos casos y a partir de eso puedes tratar de cambiar cosas", explicó.
Gustavo nos comentó que es creyente, pero no es de asistir mucho a la iglesia, eso sí, asegura que la casa de la Patrona de Costa Rica lo dejó impresionado.
"Sobre la Virgen me han comentado, la Basílica sí la conocí y me parece muy bonita, sobre todo de noche porque esta muy bien iluminada, soy una persona creyente en Dios y manejo mi fe a mi manera, no soy de estar pidiendo mucho, lo que yo le pido siempre es salud porque es lo más importante, lo demás tiene que ponerlo uno", comentó.
¿Cuál muñeco?
Cuando le preguntamos a Roverano si conocía la historia del muñeco de Cartago nos dijo que no, porque él a diferencia de muchos futbolistas y deportistas que creen en maldiciones o tienen muchos agüizotes, no cree en nada de eso. Es un tipo 100% racional que no le da espacio a cualquier hablada.
"Yo creo en lo que yo puedo hacer, pero no lo que otras personas hagan. Si voy a creer que porque me ponen un muñeco en la puerta de la casa no puedo hacer algo, ya empezamos mal. Quienes creen en ese tipo de supersticiones es gente insegura de sí misma, no lo digo en contra de nadie, pero imaginate que vos entrenás, te cuidás y te preparás bien y llega el domingo, el día del partido, te ponen un muñeco y perdés, ¿en qué cabeza cabe eso?, no tiene sentido", comentó.
Para Roverano en el deporte, y en especial en el fútbol, se le ha dado demasiado espacio y oídos a las cábalas y los agüizotes, algo que respeta a quienes lo creen, pero no lo comparte en lo absoluto.
" Yo vivo mucho más tranquilo al no estar sugestionado por todo ese tipo de situaciones, a mí de muy joven se me fue todo eso, con el tiempo y la experiencia aprendí que ese tipo de cosas solo te traen problemas que te roban la paz", destacó.
A lo Perú
En 1998, Gustavo llegó al Deportivo Pesquero de Perú como arquero, país al que pensó llegaría por un tiempo y se iría como en su paso por Chile y Ecuador, pero el trabajo terminó haciendo del país inca su casa hasta hace un mes.
Desde que vive en aquella nación que adoptó como suya, Roverano vio un fracaso tras otro de la selección peruana en su intento por clasificar a la Copa del Mundo, hasta que el año pasado volvió a un Mundial después de 36 años de ausencia.
El técnico brumoso quiere sacarle provecho a la historia de superación de la selección de Perú, equipo en el que nadie creía y se volvió el hazmerreír del fútbol sudamericano, para demostrar que se puede cambiar.
"En esta selección nadie confiaba, a no ser en esta última parte, todos la criticaban, nadie quería saber nada con los jugadores y el entrenador, en cada proceso daban por sentado otro fracaso. Ahora (Ricardo) Gareca (técnico de Perú), está por encima del presidente. ¿Ambos casos se pueden comparar?, yo creo que sí, Perú hasta hace poquito era el penúltimo de Sudamérica y después de un proceso está entre los mejores, todo es cuestión de trabajar y creer en lo que hace uno", comentó.
Volvimos al ruedo !!! pic.twitter.com/b9RE5lSbKy
— Gustav⚽️ Roveran⚽️ (@gustavoroverano) February 24, 2018
El contrato del técnico termina al finalizar el torneo, pero tiene que claro que de mostrar buenas cosas es posible que se quede y seguir un proceso y le dé su propio sello al equipo, así posiblemente tenga más tiempo de conocer más paisajes de esa tranquila ciudad que le ha gustado tanto.
Tuitero |
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Las redes sociales no son ajenas para el técnico brumoso y a Twitter le saca provecho para leer noticias, estar al tanto de amigos y hacer uno que otro comentario, aunque no esté siempre pendiente. "No soy de usarla tanto, pero las redes sociales se les puede sacar provecho si sabes utilizarlas, eso sí, no soy de meterme en polémicas", destacó. |