Sigifredo Montero tenía 15 años cuando su papá lo mandó en bus a Santo Domingo de Heredia para dar un enganche de ¢15 mil por el carro que todavía tiene guardado en su cochera, 40 años después de hacer ese negocio.
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El chuzo costaba ¢115.000, pero había que amarrar primero el trato para luego soltar el resto de plata.
Montero, quien bretea como jefe de mantenimiento de un banco privado, todavía recuerda lo asustado que iba pensando que llevaba un montón de plata y hasta suelta la risa contando esa anécdota.
¿Qué debo revisar de mi carro antes de irme de paseo? |
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“Antes de encender el motor, revise todos los niveles de fluidos, por ejemplo, el aceite del motor, líquido de frenos, el coolant del radiador, el champú limpia parabrisas, etc. Revise que las luces externas funcionen correctamente, es decir, las luces de freno, direccionales, entre otras. Asegúrese de que el kit de emergencias esté completo y el extintor tenga su carga al máximo y esté vigente. Es importante que la llanta de repuesto esté en buen estado y con la precisión de aire adecuada, verifique tener todas las herramientas necesarias para cambiar el repuesto en caso de ser necesario en el trayecto”, explicó el mecánico Bryan Guido (8603-5135). |
“El carro es un Mazda F 1.000, modelo 1972, mi papá (Faustino Montero, quien ya falleció) lo compró en 1979 y solo tuvo un dueño antes que nosotros”, indicó el señor de 56 años recién cumplidos.
Todavía tiene fresco en su memoria que el enganche lo llevó un sábado y lo entregó cerca de una gasolinera, a los días llegó a su casa y ni cuenta se dio que la nave estaba parqueada en la entrada.
“Llevé la plata y el lunes no me percaté que el carro estaba en la casa. Mi papá me dio la sorpresa, me dijo que si no había visto que afuera estaba la microbús”, contó Sigifredo, vecino de Guadalupe.
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Antes de ese carro, en la familia tuvieron un Datsun 1.000, modelo 69, y una “ambulancia” de 1956, porque compraban carros viejos y Montero los reparaba.
De hecho, pese a no ser mecánico titulado, Sigifredo aprendió y se las sabe todas en este tema, por eso él arregla la nave.
Unos años después de hacer el negocio, su papá se lo heredó y hasta la fecha lo tiene con él.
“Mi papá me dijo: ‘venga mijito’, yo pensé que me había jalado una torta y me dijo que como yo había trabajado tanto en el carro, me lo heredaba. Yo tenía unos 21 años”, indicó Montero, quien añadió que don Faustino usaba la joya para transportar estudiantes.
Actualmente, Montero se traslada en bus al trabajo y la micro la utiliza solo para hacer mandados, ya que es su chineada.
Hace muchos años fue a pasear con este chuzo a Pérez Zeledón, Limón, playas del Coco, entre otros lugares, y el motor nunca se calentó o dio problemas.
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El motor lo cambiaron por uno de 1.300 centímetros cúbicos de gasolina, cuenta con todas las extras, es transmisión trasera y le caben nueve personas.
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“Yo amo este carro. A todo el mundo le encanta tomarle fotos, cuando voy al mall y lo parqueo la gente se le queda viendo. Yo no lo vendo, no le tengo un valor (económico)”, indicó el fiebre.
Una vez, un norteamericano le dijo que se iba para Estados Unidos y que regresaría para comprarle el carro; sin embargo, eso nunca pasó y mejor para él, porque igual no pensaba hacer negocio.
Debido a la atención que le pone la gente a la nave, Montero la apoda “La Piri”, en referencia a aquella vieja canción de los años ochenta titulada “El Pipiribao”, del grupo Jaque Mate.