Gilberth Solano, hoy de 54 años, destacó no solo por su estatura, sino también por sus goles en equipos como San Carlos, San Ramón, Palmares, Belén y Herediano, pero también por su gran corazón y don de gente.
Solano es tan buena persona, que cuanto estuvo en su mejor momento recibió un premio económico que compartió con todo el equipo.
“Fue como en el 93 o en el 94 y radio Columbia premiaba el gol que cayera en el minuto 30. Era un premio que aumentaba semana a semana si nadie lo pegaba”, dijo Solano.
Aquella vez, San Ramón jugaba contra Guanacasteca y se vino un tiro de esquina a favor de los poetas.
“Recuerdo que lo cobró Rónald ‘la Rata’ Pérez y anticipé a los defensas en el área y fue gol. Mi mamá que estaba escuchando, lloraba y se hincaba a darle gracias a Dios”, dijo el exdelantero.
El monto que ganó en aquel momento fue de 125 mil colones, un montón de platica en esa época, ya que Gilberth ganaba 24 mil colones al mes con los poetas.
“Fueron 125 mil colones entre todos, les di a los compañeros, al cuerpo técnico, a Carlos Losilla (qdDg), a Wálter Arguedas”, dijo.
Gilberth tiene seis años de ser profe de Educación Física y actualmente trabaja en cuatro escuelas en el circuito de San Carlos. Además, tiene una academia de fútbol recreativo que debió cerrar por la pandemia.
El exjugador también es un fiebre del voleibol, ya que su hijo Gilbert Antonio se dedicó a este deporte.
“Los fines de semana acompañaba a mi hijo adolescente a los partidos de voleibol. Es seleccionado nacional, mide 1,97 metros, fue campeón de segunda división y de primera y espero que pronto lo retome (por la pandemia)”.
Solano es recordado por su estatura, 1,94 metros (igualito a Kendall Waston), ya que se imponía en el juego aéreo. El proviene de una familia de futbolistas, ya que de seis hermanos, cinco fueron jugadores y debutó en primera con Palmares, equipo con el que logró ascender.
Recuerda también que su primer gol se lo clavó al Saprissa en el estadio Jorge Palmareño Solís.
“Fue un partido que ganamos 1 a 0, esa vez le quitamos un invicto de quince partidos a Saprissa y yo estaba recién casado. Fue como un regalo de bodas”, dijo “la Torre”, como le decían.
Tampoco olvida la vez que enfrentó por primera vez a la Liga, donde tuvo que fajarse con un par de murallas como Rodolfo Mills y Mauricio ‘Chunche’ Montero.
“Me pegaron una zarandeada”.
Aunque quiso terminar su carrera con cien goles, un técnico de Liberia, le dijo que no contaría con él a pesar de que hizo toda la pretemporada con el equipo, por lo que no tuvo tiempo de incorporarse a otro club y cerró su cuenta con 95 goles, en el 2002.
La Torre también recordó a algunos de los jugadores que sabía que lo marcaban bien, pese a que les sacaba ventaja con la estatura.
“En la Liga Javier Delgado y Luis Marín eran marca fija, eran como cargar una cruz en hombros. Javier iba conmigo donde yo me moviera. En Saprissa fueron Rónald González y Enrique Díaz, pero mis respetos para Héctor Marchena, era el hombre que más potencia tenía en el salto. Me costaba ganarle, era complicado y muy aguerrido”, añadió.