La principal virtud por la que el atleta Gerald Drummond estará en los Juegos Olímpicos de Tokio es la persistencia, ya que no dejó que nadie matara su sueño y la promesa que hizo de llegar a la principal cita del deporte mundial.
El muchacho, oriundo de Ipís de Goicoechea, recibió un duro golpe cuando no clasificó para ir a las Olimpiadas de Río de Janeiro 2016, ya que quedó un poco lejos de la marca, situación que lo hizo hasta perder patrocinadores que dejaron de creer en él.
Entonces cambió de entrenadores, rutinas y hasta un poco de mentalidad, pero lo que nunca varió fue su objetivo de llegar a una competencia con las que soñaba desde que era un niño.
Y por eso hoy, la ficha del equipo de atletismo de Coopenae, se siente en la mejor forma de toda su carrera. A sus 26 años aún es joven, pero maduro deportivamente y correrá los 400 metros con vallas en Tokio.
Lo cumplió
Un día estaba viendo las Olimpiadas de Atenas 2004 junto a su mamá, Karol Hernández, y quedó muy sorprendido de ver al corredor dominicano Félix Sánchez ganar el primer oro en la historia de su país. Verlo triunfar en los 400 metros con vallas lo marcó.
Ese día, Gerald le dijo a su mamá que él quería ser como Súper Félix y que nada le impediría llegar a unos Juegos Olímpicos y especializarse en la misma prueba que Sánchez, palabra que cumplió 17 años después.
“Por eso empecé a correr, porque quería estar en unas olimpiadas, pero no tenía idea, no sabía lo difícil que era. Yo solo le dije a mi mamá que quería ir. Obviamente uno se va dando cuenta lo difícil que es, lo duro que hay que trabajar.
“El camino se fue poniendo más difícil, pero yo siempre fui trabajando duro. Lo intenté en los juegos anteriores, luego de pasar una temporada en Puerto Rico, y no se dio. Fue una temporada muy difícil, posiblemente una de mis peores temporadas, pero nunca me rendí”, comentó.
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Luego de esa frustración, en el camino de Gerald apareció una persona que acabó siendo protagonista: Emmanuel Chanto. Él es uno de los entrenadores de atletismo más importantes de Tiquicia, uno de los que estuvo detrás del sueño olímpico de Nery Brenes.
“El trabajo que he venido haciendo con él y lo que hice con el Comité Olímpico fue muy importante, con lo que es la nutrición, la psicología y la fisioterapia, diría que eso fue la clave. Más por la lesión de cuatro o cinco meses que tuve, una tendinitis, pero pudimos sacar la tarea”.
Este josefino nunca dudó que tenía la capacidad para cumplir su meta, pero necesitaba tener a su lado gente que supiera explotar su potencial, como Chanto, quien le dio un giro a su carrera.
“Hubo un contacto cubano que estaba en España y estaba interesado en mí, que quería entrenarme, pero yo no estaba muy convencido por el tema de la distancia. Lo intenté un par de meses y vi que no estaba funcionando y decidí que si estaba en Costa Rica necesitaba entrenar con alguien acá.
“En ese momento Nery había ido a Río y tuvo un gran resultado, para mí en ese momento Chanto era, y creo que todavía lo es, el mejor entrenador de velocidad en el país, entonces me quedé con él”, explicó.
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Con Chanto, el joven de 26 años trabajó especialmente el tema de la velocidad.
“Él es una persona muy estudiada, se pasa formando, es muy bueno para uno. Algo que tiene es que nos mete mucho volumen (trabajo) en periodo general, lo que en Costa Rica no se hace mucho. Esa es la clave para cuando llegamos a la temporada, mantener una curva de rendimiento alta más tiempo.
“La clave mía siempre es que esté rápido, mientras esté rápido y me monte en las vallas, puedo hacer buenas carreras, estamos mejorando la técnica, así las cosas salen. Se dice que el potencial de los velocistas, su desarrollo máximo, llega hasta los 27 o 28 años, ya estoy próximo a mis mejores picos. Después de Tokio posiblemente valore hacer un ciclo olímpico más”, explicó.
El atleta, hijo de Gerald Drummond, exjugador del Saprissa y Herediano, es un corredor que se hizo por su cuenta, sin atajos.
“Logre demostrar que sí puedo estar ahí a pesar de todo, nada me detuvo el sueño, con apoyo o sin apoyo. Siempre tuve el apoyo de mi familia, mis amigos, el de Coopenae con quien tengo once años ya, siempre creí que podía y por eso nunca dejé de intentarlo”.