Emprender un negocio en Costa Rica no es un jamón, como tampoco es un jamón que Carmelita logre salir del sótano de la tabla de clasificación general para evitar el descenso, pero en medio de la adversidad un jugador verdolaga decidió tirarse al agua con un negocio.
Se trata de Juan Pablo Arguedas, de 21 años, quien la pegó con su negocio de venta de pastelillos y ahora decidió crear una alianza con su compa de equipo, Bryan Orúe, que se dedica a la venta de chicharrones, para fortalecer el “bisnes”.
Juanpa creció en la Academia Wílmer López, ya que llegó ahí con tan solo 10 años. El dio el salto a la máxima categoría de la mano de Orlando De León (qdDg) cuando apenas tenía quince primaveras.
Como empresario, este muchacho oriundo del barrio El Carmen en Alajuela centro, decidió tirarse al agua al abrir su negocio Juan Pastelillos, en mayo del año pasado.
“Fue una idea que tuve, porque siempre he sido emprendedor y he querido tener algo propia a parte del fútbol porque no quería depender solo del deporte. Recuerdo que en un diciembre (2017) le comenté a uno de mis hermanos sobre la idea y me apoyó, por lo que la fui desarrollando hasta que el 9 de mayo pude abrir el primer Juan Pastelillos”, contó Arguedas.
Este local especializado en la elaboración de pastelillos está ubicado frente a la UTN (Universidad Técnica Nacional), en Villa Bonita de Alajuela.
“Yo vi que el pastelillo era un producto muy rico y muy barato, pero solo se vendían en sodas, entonces cree un concepto bonito y muy tuanis a su alrededor para que la gente pudiera ir a comer y disfrutar con los amigos de un buen producto, la idea es ir creciendo”, señaló el futbolista.
El negocio es un pegue, ya que ahora tiene cinco locales de Juan Pastelillos abiertos y el sexto lo abrirá el próximo mes en el puro centro de la Ciudad de los Mangos. Este güila contrató a una señora que le hacía todo, por lo que ella se los entregaba congelados y él los terminaba de preparar, pero ahora el montó su propia fábrica de producción.
“Yo produzco mis propios pastelillos y un hermano mío ahora tiene trabajo gracias a eso. Él se encarga de todo lo que es la producción y es algo muy bonito porque le da trabajo a toda la familia”, señaló el futbolista.
A él también le colaboran su papá (Juan Carlos Arguedas) y un primo, por lo que toda la familia se beneficia con el negocio.
Le ha ido tan puras tejas al joven deportista que decidió convertir su negocio en una franquicia.
“Las personas me pagan por usar el nombre de la empresa y les damos asesoría sobre todo lo relacionado al negocio. Además, ellos tienen que comprar los pastelillos que produzco en mi fábrica y ellos se ven beneficiados y respaldados por una empresa que se ha ido abriendo camino”, contó.
“Aquí en Alajuela es típico comer los pastelillos y si investiga se dará cuenta que su comercialización nació aquí hace más de setenta años”, señaló.
Arguedas estudia Administración, Compras y Control de Inventario, pero con toda la experiencia que tiene más bien está para dar clases.
En Juan Pastelillos hay tres productos los de pollo, los de papá y los de jamón y queso. Cada uno tiene un precio de ¢1000, pero si le arrima un té verde o de melocotón le sale en ¢1100 o en ¢1300 con fresco de frutas.
Este atleta es todo terreno porque entrena por la mañana, sale soplado al negocio y en la noche jala a la U.
“Entreno y me voy a la casa tranquilo, porque hay personas que trabajan bien y ya el negocio está organizado por lo que no me estreso mucho”; contó.
En lo deportivo también quiere dar el máximo para mantener a Carmelita en primera.
“Estamos en una situación no tan bonita en la tabla de posiciones, pero esto lo vamos a sacar y vamos a salir adelante”, dijo convencido.
Socios dentro y fuera de la cancha
Juan Pablo tiene un socio dentro y fuera de la cancha, se trata de Bryan Orúe, dueño de Chicharrones Express y con quien se alió para ofrecer un pastelillo de chicharrón.
Orúe tiene 30 años, estudió Publicidad gracias a una beca que le dieron cuando jugaba con el Herediano en la Universidad Hispanoamericana.
“Noté que el chicharrón era un producto que no tenía muchos locales que lo comercializaban, por lo que vi una oportunidad de ofrecerlo al público, algo diferente a lo que es una chicharronera normal, con platillos exclusivos como la hamburguesa o los nachos de chicharrón”, contó Bryan.
El negocio lo inició en el 2018 y empezó en Mercedes Norte de Heredia con su primer local y ahora tiene también en San Isidro de Heredia y La Agonía en Alajuela.
La receta del chicharrón es muy especial y además una gran herencia.
“El secreto es darle un buen sabor y que siempre esté fresquito, no lo ofrecemos con más de cuatro horas. Mi mamá (doña Sandra) tenía una receta muy sabrosa, así que lo llevé a los negocios”, resaltó Orúe.