Aunque la lucha contra el coronavirus es de todos y muchos no hacen caso a las medidas sanitarias, dos doctores que tienen relación directa con el fútbol nacional decidieron olvidarse de la pecosa por el momento para meterse de lleno en la lucha contra el COVID-19.
Se trata de los doctores Rafael Arias, presidente del Santos de Guápiles, y de Julio Alfaro, médico del Carmelita, dos soldados que luchas contra un enemigo que no se ve, pero que existe y es mortal.
Ambos decidieron sumarse al frente de batalla para combatir la guerra que se libra contra un virus que ataca al planeta sin piedad y nos cuentan sus vivencias.
Rafael Arias: “Apenas me di cuenta di un paso al frente”
–¿Cuándo tomó la decisión de meterse de lleno en esta lucha?
Yo no me había retirado de mi profesión, porque el hecho de estar con el Santos, nunca me ha impedido seguir con mi profesión, así que el día en que se dio la alerta de que había presencia de COVID-19 en nuestro país dije presente como miembro de la Comisión Nacional de Emergencia.
–¿Se reunió con su junta directiva?
No, solo tomé el teléfono y les dije a mis compañeros de equipo y a la Unafut que mi deber era dedicarme de lleno a esta lucha.
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–¿Qué le corresponde hacer en el cantón de Pococí?
Soy médico asistente de la dirección del hospital de Guápiles, a mí me corresponden muchos trabajos de esa sección y que se tienen que delegar de forma administrativa, pero no he dejado de hacer mis guardias en la Unidad de Pacientes Críticos en Pediatría,así que tengo contacto con los pacientes.
–¿Es cierto que está muy de cerca con el plan de emergencias?
El Hospital y la Caja tiene este plan y a mí me toca desarrollar este tema, lo cual hago desde hace muchos años. Soy, además, el enlace de la Comisión Municipal de Emergencias, no soy empleado de esta, pero tengo que trabajar con ellos, porque es obligatorio siendo del director en el comando de operaciones del cantón de Pococí.
–¿Cómo es su día ahora con el coronavirus?
Muy, pero muy tenso, porque todos los que estamos a la cabeza de esto, nos preocupa enormemente por tener un hospital en las condiciones necesarias por si los pacientes necesitan hospitalización. En el caso de nuestro hospital, está obsoleto, ya que fundado en 1973 para atender en ese tiempo a 20 mil habitantes, pero Pococí ahora tiene 110 mil habitantes, con una población flotante que nos llega de Guácimo, Puerto Viejo, Horquetas y Siquirres, o sea casi 250 mil personas y la esa infraestructura está colapsada.
–¿Cómo se maneja el tema con las familias de la comunidad?
Generamos un protocolo familiar general, en el cual todo debe cumplirse en cada casa, con el alcohol en gel, no saludar a nadie que viene de afuera hasta tanto no se haya bañado.
–¿Ha podido descansar?
En esta profesión en realidad no se sabe si uno descansa o no, lo que sí tenemos claro es que debemos servir cada minuto, cada segundo.
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–¿Debe seguir el torneo mayor a puerta cerrada?
Debo responder como médico y por ello sería el irresponsable más grande de todos, si dijera que sí, cuando la primera y principal directriz para salir adelante contra este enemigo es quedarnos en casa. Primero está la salud del ser humano.
Julio Alfaro: “Como ser humano he sentido miedo”
–¿Sintió miedo cuando se dio lo del virus en el hospital San Rafael de Alajuela que es donde usted trabaja?
Cuando vemos el momento exponencial de la enfermedad, creo que todos sentimos temor, como médicos estamos más expuestos, por ello día a día extremo las medidas de higiene, tanto personales como familiares.
–¿Estuvo usted cerca de los contagiados?
Gracias a Dios a mí no me toco aislamiento, he tenido que estar aquí trabajando en tiempo extraordinario. Los compañeros que se vieron envueltos en ese caso sí los aislaron.
–¿Tiene contacto directo con los contagiados?
De entrada no, pero sí con todos aquellos que quedan ingresados, ya que tengo que hacerles valoraciones.
–¿Cómo lleva está situación su familia?
Junto a mi señora, Karol Rivera Araya, y mis hijos, Sebastián, de 11 años, y Santiago de 10, todos los días aplicamos de lleno las medidas. En mi caso llego al hospital y me pongo la ropa de trabajo, guardo la mía, me la pongo para ir a la casa y cuando llego voy directo al baño para cumplir con el lavado que se pide.
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