Un silencio roto por las órdenes o palabras de técnicos y jugadores, disputar un partido a puerta cerrada, como el PSG-Dortmund de Liga de Campeones de este miércoles representa una situación complicada para los jugadores y una pérdida económica para los clubes.
“Eso no es fútbol". La declaración viene de Rudi García, entonces entrenador del Olympique de Marsella, cuando vivió una noche triste en el estadio Velodrome en un partido contra el Burdeos el año pasado.
También este miércoles el Barcelona recibirá sin público en el Camp Nou al Napoli de Italia por la Champions.
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La ausencia de público es algo llamado a ser habitual en España, Alemania, Francia y Portugal, entre otros países, por las próximas fechas debido a la epidemia del nuevo coronavirus y causará escenas curiosas y surrealistas en los estadios.
Faltan emociones
En España, la imagen de un Camp Nou con sus 99 mil localidades vacías, silencioso, fantasmal durante el último partido disputado a puerta cerrada en Barcelona, el 1 de octubre de 2017 entre el Barça y Las Palmas, permanece en la memoria de los aficionados culés, que se vieron privados de ver en directo a su equipo, por iniciativa del propio club ante la crisis política en la región.
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Más recientemente, durante el Juventus-Inter de Milán del pasado domingo, la escena de Cristiano Ronaldo dando la mano al aire a la salida del autobús, donde solían estar presentes aficionados invitados por el club, mostró lo extraño de la situación.
Pero no fue la única anécdota absurda. Durante el partido, Maurizio Sarri, entrenador de la Juventus, se giró hacia las gradas en los últimos instantes agitando los brazos, como para instar al público a animar a los suyos. Un público inexistente.
“Es muy difícil y especial. Eso da una ventaja al rival", explicaba en enero el técnico francés del Saint-Etienne Claude Puel, cuyo equipo recibió al Nantes en un estadio vacío.
Su colega del Nantes habló de un fútbol falto de emociones.
"No es una ventaja, no para nosotros ni para nuestro adversario. No hay ritmo ni intensidad”, agregó.
En el Marsella-Burdeos en 2019, el goleador del duelo Boubacar Kamara reconoció que en el momento de su gol, no sabía qué hacer para celebrarlo, lamentando la ausencia de la locura del público.
Más allá de que se pueden escuchar las consignas de los entrenadores, los intercambios entre los jugadores, el sonido del balón al golpear en los postes, los gritos de dolor tras una entrada fuerte, las puertas cerradas hacen sentirse extraños a los futbolistas.
“Esos partidos son a menudo raros, tú estás más concentrado en las cosas exteriores que en el juego", resumía en 2017 el técnico del Barcelona por entonces, Ernesto Valverde.
La ausencia de ingresos económicos es otra repercusión de jugar sin afición, sobre todo para el equipo que disputa su partido en casa.
Las pérdidas directas e indirectas pueden ascender a millones de euros.
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Para el PSG-Dortmund, el club parisino estima una pérdidas de 6 millones de euros (casi ¢4 mil millones) y teme un impacto para sus cuentas, escrutadas por la UEFA en el marco del “fair-play” financiero.
Según la prensa, el Barça perdió 3,4 millones de euros (¢2.243 millones) en ingresos por entradas en 2017.
Menos de las pérdidas estimadas por la prensa italiana para el choque Juve-Inter.