El saprissismo está de fiesta y este viernes Johnny Vásquez y su familia se visten de gala para celebrar los 86 años del Monstruo.
Este moradazo, vecino de San Pablo de Heredia, no piensa desaprovechar el chance de festejar con el equipo de sus amores y recordar a quienes le heredaron esa pasión por la “S”.
“Me hice morado por mi abuela Amparo, ella era saprissista y admiraba a Enrique Díaz, y por mis tíos Hugo, Juan y Jorge, que cada vez que podían iban al estadio. Todos ellos me transmitieron la pasión por el equipo. Una vecina, doña Patricia, fue quien me llevó al estadio por primera vez, yo tenía ocho años y desde entonces no pierdo la oportunidad de apoyar al equipo”, dijo este comerciante.
Su mamá, doña Olga, también es morada y como buen saprissista, Johnny se ha encargado de transmitir su amor por los colores morado y blanco y ha sido un éxito.
Su hijo Evans, con apenas 11 años, es ya un gran fiebre y Tracy, de solo 2 añitos, va muy bien encaminada por el trillo del saprissismo. Ojo a esto. Apenas ve al Sapri dice: “viva tatashi (viva Saprissa)”. El tata, por supuesto, no se cambia por nadie.
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“Soy socio desde hace cuatro años y armamos una buena pelota para ir al estadio, no nos perdemos ningún partido. Somos socios en sombra este y al estadio vamos Evans, Tyrone (el hijo de su esposa), mi esposa Wendy, que es manuda, pero le gusta acompañarnos, mi mamá y mi tío Hugo”, destacó.
Para Johnny, el Sapri es todo.
“Es un sentimiento, ver a mi hijo crecer con esta pasión me emociona, porque yo de niño no pude tener lo que él ha tenido y gracias a Dios vamos al estadio y acompañamos al equipo como local y de visita. Me gusta disfrutar esta pasión con mis seres queridos”, destacó Johnny.
Bien fiebre
El pequeño Evans es morado hasta la coronilla. Disfruta mucho con cada mejenga y con seguir a su jugador favorito, Marvin Angulo.
Evans es un chiquillo bien creativo y para la final contra Herediano, el 26 de mayo de este año, decoró la casa para vivir el juego como si estuvieran en la Cueva. Como lo pandemia no permitía estar en el estadio, lo metieron al hogar. Bien jugao.
“Me hace mucha falta ir al estadio, pero por mientras armamos el ambiente en la casa. Mi papá me compra lo que necesito para decorar, una aplicación me muestra cómo y así disfrutamos cada partido”, contó el niño, que está en quinto de la escuela y le pone bonito al estudio para sacar buenas notas y que no lo “tarjeteen” sin poder ver un partido de la “S”.
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“Soy feliz de ser saprissista y le agradezco a mi papá por enseñarme estos colores”, nos dijo.
Johnny puede estar tranquilo: la semilla morada seguirá dando frutos en la familia.