El Estadio Nacional, mejor conocido como la Joya de La Sabana, está de manteles largos pues este viernes cumple 10 años.
Hace año y medio la administración del estadio hizo planes para celebrar una década de logros con un espectáculo sin igual.
Sin embargo, la pandemia se paseó en todo, por lo que la histórica celebración se redujo al duelo del próximo martes entre Herediano y Jicaral por el Apertura 2020.
Nos sentamos con uno de los padres de la criatura, don Ricardo Chacón, gerente de la junta administrativa que dirige el inmueble desde hace seis años y medio, para que nos cuenta su sentir.
Chacón no estuvo en los primeros pasos de la Joyita, pero le llamamos papá porque él le dedica al estadio muchas horas, muchos cuidados y mucho amor, como si fuera suya.
El exjugador de Alajuelense durante los ochentas y noventas, además de gestionar y supervisar todos los aspectos logísticos, no teme subirse las mangas si tiene que agarrar una brocha para pintar un muro o ayudar con cualquier otra función si es necesaria.
Él es el primero en dejar claro que no podría hacer todo solo, ¡jamás!, por eso el brete se saca gracias a la mística de ocho personas --cuatro administrativos y cuatro de mantenimiento-- que fueron las sobrevivientes a algunos recortes que debieron hacer por la pandemia, en enero de este año.
“Recordemos que el estadio es un bien público que lo administra una figura privada, el fideicomiso 1065 Icoder - Banco Nacional de Costa Rica, eso nos ha ayudado muchísimo para darle sostenibilidad a la operación de la instalación. Ha sido una gran experiencia. El trabajo me encanta”, comentó Chacón.
Platal
Saber llevar bien los recursos es uno de los grandes retos, porque para mantener un escenario como este se necesitan mínimo ¢60 millones mensuales para los pagos de polizas del INS, agua, luz, seguridad y planilla.
“El éxito ha sido que hemos podido generar todas las posibilidades de eventos realizables, la palabra más importante es conciliar y coincidir actividades, que varios puedan convivir entre sí al mismo tiempo. Antes se realizaba un evento en un sector y había productores que se creían los dueños de todo el estadio, eso se cambió”, tiró.
En promedio, la mitad de los eventos que se realizaban en el estadio, antes de la pandemia, eran préstamos a federaciones deportivas, al ICODER, al Estado o eventos de responsabilidad social a instituciones como Obras del Espíritu Santo o 90 Minutos por la Vida.
“El fin de semana más exitoso que tuvimos fue cuando estuvo el trofeo del mundial (en el 2018) en el sector sur de la pista; en el oeste la feria asesolar y en el norte, la feria del MEIC; ese fin de semana vinieron 45 mil personas, les demostramos a los productores que así todos nos beneficiábamos. El que venía a una actividad, pasaba a la otra y así”, recordó.
Entre la 32 federaciones deportivas que habitan en la Joya se organizan para ir haciendo sus eventos, además para convivir con otros eventos masivos como partidos de fúbol, X-Knights y Monster Jam, que son de las favoritas de muchos.
Para la edición 2020 de los X-Knights, ya estaba todo el montaje para que se realizara la competencia, pero cayó la pandemia y con esta el decreto para no realizar eventos masivos, todo un obstáculo a superar en el último año.
Retorno de inversión
El principio del fideicomiso no es generar utilidad, sino generar reinversión para el mantenimiento de las instalaciones, esa es la idea principal.
“Hemos invertido en los últimos cuatro años ¢2 mil millones en mantenimiento, además de los ¢60 millones que se pagan mensuales. Luego hemos generado, en los tres años antes de la pandemia, ¢100 millones al mes, es decir, ¢1.200 millones por año. Más del 40% lo hemos reinvertido en el estadio”.
Al no haber eventos entonces, ¿cómo se sostuvo el estadio este año? Según Chacón, en esta ocasión sí le echaron una manita para salvarle la tanda.
“Fue mucha la afectación del estadio cuando cayó la pandemia, ese fin de semana teníamos X-Knights, el siguiente un concierto de Janice, luego Jesús Adrián Romero, Carlos Romero y el de KISS. Cinco eventos masivos en términos de un mes.
“Dependíamos de los eventos masivos, la afectación como para muchos costarricenses fue durísima, tuvimos que suspender el contrato de todo el personal y durante dos meses estuve solo, solo en el estadio, me tocó cortar el pingo de oro (flores en los jardines), pintar en algunas ocasiones junto con un par de personas de limpieza”, comentó.
Hasta agosto del 2020 el estadio volvió a tener un evento, el partido entre Herediano y Saprissa por la llamada supercopa entre los dos campeones de la temporada. Un respirito pequeño.
“Gracias a un aporte patrimonial del ICODER, recibimos ¢450 millones para poder pagar el mantenimiento, fue vital, el resto de obligaciones las asumimos nosotros gracias a patrocinadores”.
Al igual que lo espera todo el país, el estadio apunta, poco a poco, a ir recuperando su brillo, tomando fuerza y en el momento que se le permita abrir sus puertas, ser de nuevo el punto de encuentro de muchos costarricenses.