El LA Galaxy aterrizó en Costa Rica este lunes para su duelo ante el Herediano por la Copa de Campeones de Concacaf, pero fue la presencia del futbolista alemán, Marco Reus, la que desató una inesperada reacción en el periodista deportivo Gabriel González, de Tigo Sports.
González, quien estaba cubriendo el arribo de los estadounidenses, esperaba a los jugadores afuera del aeropuerto, frente al bus que los trasladaría, y describía la escena, aunque con un dejo de duda: “No se ve a Reus por ningún lado... parece que no llegó con el equipo”, decía al aire.
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Pero entonces, en cuestión de segundos, todo cambió. De la nada, el alemán apareció y, en un instante, el periodista explotó de emoción. “¡Aquí está Marco Reus! ¡Totalmente camuflado! Algunos futbolistas me habían dicho que no venía, pero sí, acaba de subir al bus”, expresó con evidente exaltación, mientras la cámara captaba al exídolo del Borussia Dortmund acomodándose en su asiento.
“Sí, yo fui el del video”
El momento se hizo viral de inmediato. Que si dejó el profesionalismo de lado, que si parecía más un aficionado que un periodista. Ante la ola de comentarios, González decidió responder de la manera más natural: con humildad y autenticidad, en un video que publicó en sus redes. La Teja lo buscó, pero prefirió mantenerse al margen.
“Viví un momento bonito y emotivo. Uno estudia esta carrera para estar en estos escenarios, no para hacerse viral, sino para toparse con figuras del fútbol. Y me tocó”, expresó en sus redes.
Incluso, lamentó que el alemán no se detuviera a conversar, porque ya tenía preparadas varias preguntas para él.
“Muchos dicen que qué mal periodista, que me vi como aficionado. Lo respeto, pero entiendan el momento. Reus marcó a toda una generación. Fue finalista de Champions con el Dortmund, le tuvo amor eterno al club. Uno de niño jugaba FIFA, compraba álbumes... y, de repente, lo tengo frente a mí. Fue un momento único”.
Así quedó para la historia: un periodista que, por unos segundos, vivió un instante con el que muchos solo sueñan. Y, al final, ¿quién puede culparlo?