Sebastián Torres no se pierde ningún juego del Saprissa. Desde la comodidad de su casa, en Hatillo, ve todos los encuentros de los morados y sigue al tanto de cada detalle del equipo Sin embargo, no había tenido la oportunidad de conocer el estadio Ricardo Saprissa.
A mediados de la semana pasada, Sebastián se enteró de la lluvia de peluches, la actividad en la que los aficionados tibaseños lanzan un peluche desde la grada, con el fin de donarlo a niños de Obras del Espíritu Santo y de la Fundación Saprissa y, por eso, les pidió a sus papás, Rebeca y Javier, que lo llevaran a la Cueva, para conocer el estuche y participar en tan noble actividad.
“A veces hay niños que no tienen juguetes y sé que esto (los peluches) los va a divertir”.
— Sebastián Torres, aficionado saprissista.
A Sebastián lo conocimos cuando iba camino al estadio, minutos antes del inicio del juego entre la “S” y Santos. Iba muy emocionado, con bandera morada en mano y estaba ansioso, deseando pisar el coliseo morado y lanzar los peluches que llevó, para darle alegría a un niño en Navidad.
“No somos de venir a muchos partidos y cuando lo hacemos entramos a sol sur. Sebastián no había venido antes, pensando en su seguridad; a veces, ir al estadio no es seguro y también por un tema económico, pero cuando vio que se haría esta actividad nos comentó y logramos organizarnos para traerlo”, dijo su papá.
Ilusionado
Torres llegó con tres peluches, para donar. Se llevó una bola y dos peluches alusivos a Roblox, un videojuego. Él escogió lo que quería dar y, para él, era importante ver el momento de lanzar los regalitos.
“Trajimos más de un peluche, porque esto va a hacer feliz a los niños; a veces, hay niños que no tienen juguetes y sé que esto los va a divertir.
“Es la primera vez que vengo al estadio y estoy muy emocionado, no me pierdo ningún partido de Saprissa”, dijo este seguidor de Mariano Torres, a quien, lamentablemente, no pudo ver en el juego contra los caribeños.
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Sebastián tiene 11 años y es alumno del Centro Pedagógico Kenely de Colores, que se ubica en Hatillo 2.
Está en quinto grado y su mamá relató que es un excelente estudiante.
“Es un alumno excelente, le gusta la música, canta a ritmo de salsa y es graduado en la carrera para adultos de LESCO, lengua de señas costarricense”, comentó su mamá.
A Sebastián no le hizo mucha gracia el resultado del juego de los morados, pero salió tranquilo. Al final, logró el objetivo: alegrar el corazón de tres niños, con sus peluches.