Un gringo hizo un viaje desde California, Estados Unidos, hasta Jacó hace cuatro años. Eso sí, sacó el tiempo para surfear en cuanta playa se encontró en México y en toda Centroamérica.
Cuando ya se aburrió, estando en Tiquicia, le vendió a una señora la camioneta en la que andaba para poder devolverse a su país. Es una Ford E250 del 2003 (de 4.200 centímetros cúbicos) y se la dejó en mil dólares (unos 595 mil colones al tipo de cambio actual).
Varios meses después, don Jorge Eduardo Arias Rojas, un sancarleño de la pura cepa, nacido en Ciudad Quesada y quien tiene 45 años, recibió la llamada de un amigo que le avisaba sobre la camioneta que tenía una señora de Jacó, quien la estaba vendiendo porque la compró de oportunidad.
“No lo pensé dos veces y la compré. Yo mismo me encargué de todos los papeles para sacarle cédula tica a la nave, ya que era gringa pura. Imagínese que cuando la compré hasta venía con una cama matrimonial adentro, la que usó el gringo para dormir en su viaje surfista.
“Inmediatamente le quité todo lo de surf y la adapté para lo que la ocupaba, que es ser el sonido que anima los mejores eventos taurinos del país. Nada de tablas de surfear, le puse espuelas y a torear por todo el país, hasta en Nicaragua ha andado”, nos comentó muy alegre don Jorge.
La camioneta se ha portado a las mil maravillas. Como venía puras tejas desde Gringolandia, no ha tenido que meterle mucho dinero. Por ejemplo, de motor y carrocería esta tal cual la compró hace tres años.
Esta Ford ha sido una parte importante en el trabajo de don Jorge, tanto así que por salir bien respondona para las distancias largas y por rendirle al máximo en cada corrida, el sancarleño se ganó el premio Tauro que da Cañero (Jorge Arturo González). Además, le ayudó a ganar por cuatro años seguidos el premio al mejor sonido taurino de Costa Rica.
“La verdad es que quiero mucho a esta camioneta porque no me falla, imagínese que hace como quince días le metí tres mil quinientos kilos entre Ciudad Quesada y Monterrey de San Carlos y resistió pura vida.
“Con el Verano Toreado he ido a La Escuadra de Golfito, Puerto Viejo de Limón, a todo Guanacate, Río Grande de Paquera. Hasta he ido al rancho Lumbi, en Juigalpa de Chontales, Nicaragua. Es una camioneta gringa, eso significa que es riquísima para manejarla, sobre todo en viajes largos y en plano. Cuando llegan las cuestas se pone un poco pendejilla, pero no lo deja a uno botado, las torea de lo lindo”, agregó el sancarleño.
Sí tiene un par de detalles que le agregó en estos años. En el dash puso a la Virgencita de Los Ángeles, que acompaña a don Jorge en todos su viajes. Además, como en todo el país nadie le dice su nombre, porque es conocido como “Bombero”, rotuló su machetico con ese nombre y le rindió homenaje a diferentes personajes del ambiente taurino. Eso sí, le puso buenas llantas para andar tranquilo por toda Tiquicia.
En el carro tiene pintadas varias fotografías: una para agradecer a los toros a la tica de Pedregal; al toro Barcino de Naranjo; al toro Jinetiado, montado en la foto por Joao Ricardo Vieira. También lleva un agradecimiento a la barrilera María Paula Hidalgo y su caballo Red Boy; un homenaje a la monta rústica en Expo Liberia y al toro Ratito de Amor montado por Ale Solís.
“Es una camioneta que no ha dejado el mundo del deporte. Pero parece que solo le gusta vivir en deportes de mucha adrenalina. Salió del mar para meterse a las arenas de los redondeles. Incluso, en estos tiempos de coronavirus, hasta para fletecillos me ha servido y así me gano alguito”, concluyó el feliz dueño.