EscucharAlejandra Otárola ya cumplió aquello que dice que todos, antes de morir, debemos escribir un libro.
El suyo está basado en hechos reales y narra los últimos 17 años de su vida, momento en que conoció al defensa Keylor Soto, del Municipal Pérez Zeledón, se hicieron novios durante dos años y ahora suman 14 de casados, además de ser los padres de Valery, de 11 años, y Matías, de ocho recién cumplidos.
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Con el título “Simplemente cuando el fútbol es parte de nuestras vidas", esta sancarleña de 35 años cuenta que en esta historia hay de todo, alegrías, tristezas, pobreza, retos y sacrificios.
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"Lo quise hacer para hacer reflexionar a los aficionados de las circunstancias, los momentos y las cosas que pasamos las familias de los futbolistas,. Somos los que más sufrimos en el estadio, no son ni ellos (los jugadores) porque pueden ignorar (lo que les dicen), pero uno escucha todo.
“La que tiene que ser valiente y levantar al esposo y los hijos es uno, entonces, quise plasmar todo eso con palabras reales”, señaló esta administradora de empresas, con énfasis en Contaduría.
La portada del libro es una foto de la familia completa: Keylor luce la camiseta de la Sele, Alejandra la del Herediano, Valery la de Saprissa y Matías la del Municipal de Pérez Zeledón.
Por fuera quedaron las chemas de San Carlos, Brujas y la Universidad de Costa Rica, clubes donde también jugó Soto.
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Alejandra y Keylor se conocieron en los Juegos Nacionales de Nicoya 2002, él jugaba con San Carlos y ella era parte del equipo de marcha del cantón norteño.
“Es la vida de nosotros desde que nos conocimos y hasta que él fue campeón con el Municipal de Pérez Zeledón, es toda la vivencia, todo lo que aparece ahí ha sucedido”, dijo la joven, quien eligió cerrar el texto con el campeonato sureño porque dice que los sueños se hacen realidad.
Recordemos que Soto fue pieza clave en el primer título nacional de los Guerreros del Sur, el cual consiguieron en diciembre del 2017, ante el Herediano, por lo que mejor cierre no pudo tener la historia.
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La orgullosa esposa y madre mencionó que la idea de escribir el libro le surgió cuando se fueron a vivir a Guatemala, en el 2015, para que su marido jugara con el Municipal.
“En ese momento renuncié a mi trabajo para irnos a Guatemala, al tener más tiempo me surgió la idea de escribir. Pasaron los años, amigos y familiares la vieron interesante (la historia) y me instaron a publicarla”, explicó Alejandra.
Después de dos años y medio, el viernes pasado recibió las copias de 25 ejemplares y esta semana le darán cien más.
El primer libro de Alejandra consta de 93 páginas, cuesta ¢8 mil y en la impresión le ayudó un amigo de la familia, específicamente de la empresa Impresos del norte, en Ciudad Quesada.
“El libro se va a vender por medio de mi Facebook (Alejandra Otárola Porras) o me pueden escribir al correo aleotarolap@hotmail.com. También en la tienda del estadio de Pérez Zeledón y en San Carlos por medio de mi mamá”, añadió la oriunda de Ciudad Quesada.
Como todavía nosotros no hemos leído el libro, le preguntamos a Alejandra qué es lo más difícil de estar casada con un futbolista y contestó que son varias cosas, por ejemplo, lo que los aficionados gritan o publican en redes sociales sobre sus parejas, o cuando fallan o hacen algo indebido, porque en ese instante al jugador y la familia les toca armarse de coraje y enfrentar los problemas.
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“También cuando no les pagan el salario a tiempo o te echan en un momento inesperado. Hay que unir el hecho de que el fútbol es un trabajo sin horario fijo, no se puede planificar nada con sus hijos, todo eso se expresa en el libro”, indicó la sancarleña, misma que no sabe si se animaría a escribir otro libro a futuro.
¿Y lo más bonito de la historia? Alejandra dice que es demostrarle a los hijos que los límites no existen y que todo pasa por algo.
Del lado de Keylor, el feliz esposo usó su Twitter para felicitar a su pareja con el siguiente mensaje: "Felicidades a mi esposa por este libro que está superlindo, donde se relata parte de la vida de nuestra familia, ‘Simplemente cuando el fútbol es parte de nuestras vidas’”.
