Mariano, hijo de Erick Marín, tiene muy claro que su papá es un guerrero de la vida, debido a la batalla que le ha visto dar al cáncer.
No es para menos, ya que el muchacho de 13 años, fue testigo, el domingo anterior, del regreso de su tata al fútbol competitivo, donde milita con con Aserrí FC en la segunda división, tras superar por tercera vez al cáncer. La Teja conversó con Erick, de 38 años, para saber de su metas y objetivos.
–Luego de su tercer regreso al fútbol, ¿qué piensa su hijo de usted, qué le ha dicho?
Me ha dicho que soy un guerrero, que soy un ejemplo de lucha, de entrega. No bajo los brazos nunca porque los sacrificios tienen recompensas. Él sabe que tiene un papá fuerte, al que admira. Para mí es motivante saber que le inculco el deseo de trabajar y luchar sin importar los obstáculos porque así es la vida, lucha y competencia.
–¿A su hijo le gusta el fútbol?
Más o menos, he estado entrenando a varios muchachos y con él vamos poco a poco. No lo presiono.
–¿Está entrenando a un equipo de fútbol?
Estoy entrenando a un grupo en el estadio Ernesto Rohrmoser (Pavas), los lunes, martes, jueves y viernes. Ya casi tengo cuatro meses de tenerlo y me ayudo en lo económico.
–¿Cuál es su objetivo con ellos?
Llegar a tener una academia y que ellos dominen los fundamentos básicos, marcar, recepcionar, cómo patear, qué tienen que hacer en diferentes circunstancias para que en el momento en el que lleguen a un equipo tengan esos fundamentos y no les cueste adaptarse. Les meto gimnasio, un poquito de crossfit, fondo y potencia para que estén familiarizados. Ahora tengo muchachos de 16 a 18 años, pero va mi sobrino que tiene nueve años. La idea es ir formando un grupo y que también lleguen muchachas. (Lo pueden llamar al 8303-8407).
–¿Cómo ha sido su tercer regreso al fútbol?
La recuperación que he llevado ha sido más larga, mi cuerpo ha ido respondiendo bien y estoy muy emocionado porque a pesar de que parecía que no podía volver, una vez más demostré que sí se puede. Todo está en manos de Dios. Doy las gracias a Aserrí (lo anunció el 15 de enero) que me dio la oportunidad cuando nadie me quiso volver a ver, por dejarme entrenar al menos y ahora pude debutar (entró de cambió ante Golfito y su equipo perdió 4-1, el domingo 17 de enero).
–¿Cómo se sintió en lo futbolístico?
Bien, todavía tengo uno que otro dolor en la pierna izquierda, físicamente no estoy al cien por ciento, tengo que trabajar más, ya que hace poco empecé a entrenar. Esta vez sí di un tiempo de recuperación adecuado. Me falta estar a tono en lo físico y el ritmo de juego, pero vamos poco a poco.
– Su primer cáncer fue en un testículo, ¿los otros dos donde los tuvo?
El testículo me lo sacaron, los dos siguientes fueron a nivel abdominal.
–¿Qué aprendió del cáncer?
El cáncer no duele y ese es el problema, que es silencioso y por eso es tan maligno. Tenía una vida normal, con un testículo grande, como una bola de tenis quizás, pero no me dolía, no había molestia. Lamentablemente cuando uno va al hospital es porque hay alguna molestia y ya es tarde. No es como una gripe que le duele a uno la garganta y le dan moquillos y usted sabe que tiene gripe.
–¿Cuál de los regresos al fútbol ha sido más difícil? ¿En cuál pensó que debió hacerlo de otra forma?
No me arrepiento de ninguno. Este último fue el más difícil, el periodo más largo y de más paciencia porque no tengo trabajo, ni un salario, entonces era más difícil esperar. Necesito trabajo porque veo por mi familia y por mi hijo y siento que la pandemia lo complica todo, porque los equipos están en su burbuja, no quieren invertir mucho e imagino que se han ido los patrocinadores.