En San Rafael de Alajuela se encuentra un pedacito de la historia del Deportivo Saprissa “contada” por el exjugador Giovanni Rodríguez.
El exlateral derecho, quien falleció en el 2017 a los 81 años, se dedicó a lo largo de su vida a conservar cada objeto que le recordara su laureado paso por el Monstruo y por la Selección Nacional y en una de las habitaciones de su casa construyó el que puede considerarse un museo.
Entrar a ese cuarto es devolverse en el tiempo unos 70 años. Fotos, recortes de periódicos, camisas, pines, medallas, una libreta con autógrafos, un par de tacos y el saco que vistió Rodríguez para darle la vuelta al mundo con la “S” son parte de los tesoros que la familia del también exentrenador tienen en su casa y permanecen en el lugar que Rodríguez le dio a cada elemento.
Familia
— . Giovanni estuvo casado con doña Marlene Granados y tuvo 3 hijos. Al mismo tiempo que jugaba bola era contador en el Taller Los Plateados, que se ubicaba en el centro de San José.
Saprissa era todo para Giovanni, en palabras de su hijo Ronny. Él es quien cada 15 días se encarga de revisar que todos los tesoros estén en buen estado y en su lugar y una persona que les ayuda con la limpieza también vela porque el museo luzca como un ajito.
“Él tenía un amor tan grande hacia Saprissa, lo tenía tan presente en su vida que él comenzó a hacer esto cuando vivíamos en Cinco Esquinas de Tibás. Luego nos fuimos a vivir a La Trinidad de Moravia y ya le dio más cariño porque enmarcaba las fotos y cuando nos pasamos a esta casa vio que era más grande y que podía hacer más y ahí comenzó a hacer loco”, dijo Ronny.
De un valor incalculable
Rodríguez llegó al Sapri cuando era un chiquillo, tenía 8 años. Formó parte de las divisiones menores del Monstruo, en ese entonces llamados los mosquitos y a los 18 debutó en primera, cuando tuvo que reemplazar a Mario “Catato” Cordero, en un partido contra Cartaginés, en 1954.
Únicamente vistió la camisa morada. Consiguió 7 títulos nacionales y se retiró en 1970. Como entrenador le dio al Monstruo dos campeonatos, uno en 1976, acompañado de Guillermo “Coco” Hernández y en 1982 consiguió una nueva copa, pero en esta ocasión él dirigía solo a los morados.
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Cada una de las chemas que usó mientras era jugador tibaseño las tiene en su casa, así como las camisas que usó defendiendo los colores de la Sele. En el Sapri y en la Tricolor siempre usó el número 2.
Además enmarcó el saco que usó cuando le dio la vuelta al mundo con Saprissa. Esa travesía la iniciaron en marzo de 1959, cuando el Monstruo era dirigido por el español Eduardo Viso Abella y su hijo recuerda una anécdota que sacó de sus casillas a su tata.
“Mi papá no podía viajar sin su tapa de dulce y cuando iban a hacer el viaje le abrieron la maleta y le decomisaron las tapas de dulce y pegó el grito al cielo, porque con eso desayunaba y almorzaba”, dijo entre risas su muchacho.
En la vuelta al mundo, Giovanni y sus compañeros visitaron 25 países y de muchos de ellos se trajeron pines que Rodríguez colocó en el sombrero con el que hizo el viaje. Esos pines forman parte de la colección del museo.
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También, en su casa está bien resguardada una libreta de autógrafos que en sus páginas llevan estampadas las firmas de leyendas como Pelé y Alfredo Di Stéfano, leyenda del Real Madrid.
Otro de los elementos mejor guardados son los últimos tacos que usó el exlateral. Aquel par de zapatos eran negros con cordones blancos y en las paredes hay una gran cantidad de fotos. Estas imágenes muestran el itinerario del Monstruo en su aventura internacional, recortes de periódicos, imágenes de don Ricardo Saprissa, a quien Giovanni consideraba un padre y banderines de distintos rincones del mundo.
“Eso para mí es uno de los mejores tesoros que alguien puede tener, es ver cómo jugaban ellos. Cuando papá estaba, él pasaba aquí entre 4 o 5 horas, cuando era entrenador se metía acá a hacer su plan de los partidos y si Saprissa ganaba era pura alegría, pero cuando perdía se encerraba en la oficina y no permitía que nadie lo visitara, tenía una carácter fuerte.
“Ahora que no está es sentirlo a él, recordarlo viendo y recordando anécdotas. A él lo visitaban Alexandre Guimaraes, Gerardo Puro Ureña, Óscar Ramírez también lo visitó y Nelson Bastos, quien formó una linda amistad con él”, afirmó Ronny.
Este museo está tal cual lo dejó Giovanni. Desde su fallecimiento no se le ha agregado nada y ni mucho menos se ha quitado algo.
“No queremos quitar ni ponerle nada porque él lo tenía así y fue feliz, cuando partió no nos pidió nada en particular sobre estas cosas y así me tenga que agarrar con mis hermanos y mi mamá yo pienso dejarlo así, que la historia siga viva.
“No quiero que se tome mal, pero papi muchas veces prefería a Saprissa que a la propia familia, era un amor tan grande que le tenía al club, que por eso yo quiero que todo permanezca igual. Era tan grande lo que él sentía por el morado y blanco que en la casa hay siete balones de cemento, uno por cada título que ganó”, comentó.