La Selección de Argentina, que este viernes enfrenta a Países Bajos, por los cuartos de final del Mundial de Qatar 2022, tendrá un hincha inesperado, se trata del portero marroquí Yassine Bounou.
Bono, como es conocido, en el terreno de juego, tiene una pasión confesable: Adora el fútbol argentino, es hincha de River, “fanático” de Ariel Ortega e incluso habla con marcado acento porteño.
“¡Parece que nació en Buenos Aires o Montevideo!”, le dedica la presentadora de ESPN tras escucharle el martes después de parar dos penales ante España (3-0, 0-0 tras la prórroga) y lograr que Marruecos avance por primera vez en su historia a los cuartos de un Mundial.
“Es una noche histórica, estamos disfrutando al máximo. Es difícil de describir, hicimos un partido a lo ‘Cholo’ Simeone”, había señalado entre risas Bono haciendo referencia al técnico con el que coincidió cuando estaba en las inferiores del Atlético.
En su intervención incluso accedió a regalar la histórica camiseta que lució en el Education City Stadium a Ortega: “Si vos querés le doy la de hoy. Arielito, para vos todo lo que quieras. Gracias”.
El arquero de 31 años explicó antes del Mundial su pasión por el fútbol argentino.
“Era muy fanático de Ariel Ortega, incluso mi perro se llama Ariel, me encantaba. Desde ahí seguí el fútbol argentino. La primera camiseta que me regaló mi padre fue la de Argentina”, dijo en la televisión TyC Sports.
La cadena le siguió el juego y en la previa al partido de España le entregó dos regalos, una camiseta firmada y un vídeo en el que Ortega le mandaba ánimos.
Con ocho equipos supervivientes en Catar, Marruecos y Argentina solo podrían verse las caras en la final. “Ojalá, pero pasaría muchos nervios”, señaló el martes con una gran sonrisa sobre lo que podría ocurrir el 18 de diciembre.
Perfil discreto, explosión tardía
En una selección en la que sobresalen el mediático Achraf Hakimi y el fogoso Hakim Ziyech, la poderosa silueta de Bono (1,92 metros) aporta sensatez a los Leones del Atlas.
Como Hakimi, que nació en España, y Ziyech, en Países Bajos, Bono vio la luz lejos de Marruecos, en Montreal (Canadá), pero regresó al país norteafricano con siete años.
En 2012, ya con 21 años, ingresó en el filial del Atlético y pasó por el Zaragoza y el Girona hasta que en 2019 se enroló en el Sevilla, donde por fin explotó al más alto nivel, conquistando la Europa League (2020) y el trofeo Zamora (2021) al arquero menos goleado del campeonato español.
Precisamente su conocimiento de la Liga le ayudó en los penales. “Son chicos con los que he jugado más de una vez, pero como ya he dicho, los penales son una mezcla de suerte e intuición”, señaló con modestia tras su exhibición del martes.
En la tanda arrancó Pablo Sarabia tirando al poste y luego emergió la figura de Bono para atajar, a lados diferentes, los lanzamientos de un experto como Carlos Soler y del capitán de la Roja Sergio Busquets. Bien mereció el manteo que le dieron sus compañeros.
“Es un tipo brillante intelectualmente, siempre sonriente. Un hombre extraordinario que siempre tiene la buena palabra, que apoya a todo el mundo”, le define en L’Equipe Patrice Beaumelle, antiguo adjunto de Hervé Renard en la selección marroquí entre 2016 y 2019.
Bono, el hombre discreto con una explosión tardía, saborea el viaje marroquí en Catar: “Ahora tenemos que pensar en lo que hay por delante, con el tiempo nos daremos cuenta de lo que hemos logrado”.