Ni José Mourinho, invicto en finales europeas, ni Paulo Dybala, autor del gol romano, pudieron acabar con la hegemonía del Sevilla en la Europa League, título que el club español conquistó por sétima ocasión en su historia (un récord) al ganar 4-1 en los penales a la Roma (1-1 al término del tiempo reglamentado).
Más allá del resultado y la serie de penales, hubo una acción del técnico portugués de la Roma que algunos interpretaron como un acto de soberbia y para otros es solo parte de la manera de ser del entrenador y hasta lo aplaudieron.
Cuando el luso iba hacia los vestidores luego de la premiación, se quitó la medalla de plata de subcampeón y se la regaló a un joven aficionado del cuadro italiano que estaba en la gradería.
Al ser consultado sobre por qué lo hizo, indicó que no es nada nuevo, pues no le gusta conservar las medallas de segundo lugar. “Eso siempre lo hago, me quedo solo con las de oro. Las de plata las regalo, no las quiero”, dijo.
Los sevillanos se llevaron el triunfo de nuevo en penales con el arquero marroquí, Yassine Bounou, más conocido como Bono, como el héroe.
El argentino Paulo Dybala adelantó a los italianos en la primera parte (34), pero el defensa Gianluca Mancini anotó en contra (55) el tanto del empate y completó su desacertada actuación fallando uno de los penales de la tanda decisiva que dio el título al Sevilla. El otro error desde los once metros fue del brasileño Roger Ibáñez.
La afición sevillista mostró antes del partido una enorme pancarta con la imagen de un emperador romano con el pulgar hacia abajo y el mensaje ‘Imperium nostrum’ (‘Nuestro Imperio’), dejando claro a los italianos quién manda en un torneo con el que mantiene un idilio desde hace dos décadas que no parece tener fin.