Otra hazaña del Supermessi le devolvió el alma al cuerpo a Argentina y la hizo volar al Mundial, pero sin poder ocultar que el equipo sigue a la deriva, sin identidad, sin hacer honor a una histórica capacidad de buen juego.
El delantero metió los tres goles para un 3-1 de la albiceleste frente a Ecuador, en la última noche de la dura clasificatoria sudamericana. Fueron tres goles providenciales. Argentina estaba cada vez más lejos del Mundial de Rusia 2018 y demasiado cerca de las llamas del infierno.
¿Es suficiente para creer en la albiceleste? "Hay que prepararse bien. Hay tiempo pero no mucho. Estos chicos se sacaron un edificio de encima", dijo a radio 10 Oscar Ruggeri, exdefensor y campeón mundial en México-1986.
“Gracias Messi, Dios existe”, dijo casi de madrugada del miércoles el roquero Bono en un estadio de La Plata.
El irlandés conquistó de nuevo, por si hiciera falta, los corazones de 42.000 de sus seguidores cuando atrasó el comienzo del recital de U2. Había tocado la banda del ex Oasis Noel Gallagher. Y la gente pudo ver el partido en pantalla gigante. Fue un momento de éxtasis.
Los gritos de gol de millones de aficionados fue atronador en cada rincón de Argentina. Pero fue un alarido de alivio, de angustia contenida, de furia desatada después de tanto sufrimiento y decepción. Pero los viejos no creen en reyes magos ni en los cuentos de hadas dentro de la cancha.
Después de desahogarse, todo el mundo volvió a poner los pies sobre la tierra. Nadie festejó. No hay nada que festejar. Alrededor del Obelisco, tradicional escenario de celebraciones en Buenos Aires, no se juntaron más que unos 100 desvelados.
“A Messi sólo puedo decirle gracias, y quiero que salgas campeón del mundo más por vos que por mí. Es el mejor del mundo y hoy lo vuelve a demostrar”, dijo el escritor Eduardo Sacheri, autor de numerosos cuentos futboleros, aunque se lo conoció internacionalmente por la novela que inspiró la película ‘El secreto de sus ojos’, ganadora de un Oscar a la mejor película en idioma no inglés.
Messi hizo la hazaña, pero que el árbol no tape el bosque. Argentina no llegó por casualidad a sufrir con la soga al cuello. Si fuera el campeonato local, estaba por irse al descenso.
Uno de los jugadores más criticados por la prensa local y resistidos por un sector de la afición es el volante Ángel Di María.
Pero el Fideo fue el mejor socio y acompañante de Messi. Volvió a demostrarlo en Quito, donde los 2.850 metros no parecen hacerle mella ni a él ni al crack del Barcelona.
En la noche quiteña apareció el temperamento y la inteligencia de Enzo Pérez. Fue un acierto de Sampaoli. Pero la deuda del conjunto sigue viva.
El Supermessi puede cumplir más hazañas, pero si no se forma un equipo en serio, Rusia será otra herida en el orgullo.